Eran las 2.37 horas de la madrugada de ayer y la tierra empezó a temblar prácticamente en toda Extremadura, aunque con más intensidad lo hizo en Montijo, Badajoz, Don Benito y Cáceres. Llegaba a la región la onda expansiva de un terremoto de 6,2 grados de intensidad en la escala Richter, originado en el océano Atlántico, a 105 kilómetros de la costa sur de Portugal --a la altura del cabo de San Vicente-- y 60 kilómetros de profundidad. Además de en el noroeste extremeño, también se dejó sentir con fuerza en Andalucía, especialmente Huelva y Sevilla, y gran parte de Portugal, según el Ministerio de Fomento.

Tras el seísmo, que alcanzó una intensidad IV --el máximo es XII-- en Montijo y de III e inferior en el resto de poblaciones extremeñas, se produjeron hasta las nueve de la mañana de ayer al menos siete réplicas de menor magnitud. Según el Instituto de Meteorología luso la distancia del epicentro fue "determinante" para que no se produjeran daños materiales ni pérdidas humanas en ninguna de las zonas afectadas. "Con esta intensidad, si el epicentro hubiera sido en tierra se habrían desplomado varios edificios", agrega.

Y es que, a pesar de que sean imperceptibles por el hombre en la mayoría de ocasiones, en Extremadura se producen más de 300 seísmos al año, explica Magín Murillo, presidente de la Asociación Geológica de Extremadura (Agex). "Sino fuera así, la energía se iría acumulando en el interior de la tierra y la descarga de tensión sería mucho más peligrosa, como ocurre por ejemplo en San Francisco".

Se trata por tanto, según Murillo, de un acontecimiento "lógico" por la situación en la que se encuentra Extremadura, y el resto de la Península, dentro del puzzle formado por placas de la tierra que se están moviendo constantemente. "En la zona donde se produjo ayer el terremoto existe una espectacular separación entre dos placas de la listosfera que recorre de norte al sur el Atlántico --llamada Dorsal Oceánica-Atlántica--". La fricción entre ambas placas y sus movimientos provocan estos fenómenos. "Si no estuviera el océano veríamos un inmenso volcán de diez mil kilómetros de longuitud", apunta. La separación entre estas dos placas y otra transversal a esta, que recorre todo el Mediterráneo hasta el Pacífico, son la causa de los seísmo en la zona noroeste del país.

A pesar de ello, Murillo asegura que en Extremadura se suele producir un seísmo que cause daños considerables en las personas, de escala 7, una vez cada 500 años, ya que las rocas que forman la litosfera de esta zona del país "llevan geológicamente mucho tiempo formadas y son muy estables".

El presidente de Agex y profesor de Biología y Geología en el instituto El Brocense de Cáceres, también sintió la sacudida de la pasada madrugada en la localidad en la que reside, Malpartida de Cáceres. "Sentí un pequeño estruendo y la vibración de los tabiques de la casa y de las manillas de los muebles", comenta. Asegura que si hubiera sido de mayor intensidad podría hacer ocurrido un maremoto en la costa de Huelva, como temieron algunos vecinos de la localidad de Isla Cristina, que incluso abandonaron sus viviendas. "El agua también amortiguó mucho la onda expansiva", asegura. Ahora los estudios se centran en intentar prever con cierta antelación estos seísmos, con el fin de aminorar sus efectos, ya que impedirlos "es imposible".