A Gerardo Antón Garrido (88 años) la guerra le cambió la vida. Y ahora cada día da testimonio de lo que pasó. Muy pronto verá la luz un libro que cuenta su aventura como guerrillero del maquis en el norte de Cáceres bajo el nombre de Pinto .

El 18 de julio de 1936 le pilló trabajando en el campo, en su pueblo, Aceituna, donde vivía con sus padres. Huyó al monte. Allí permaneció hasta noviembre, aunque su desconocimiento del terreno no le permitió llegar a Navalmoral, que estaba en territorio republicano. Los falangistas amenazaron con represaliar a su familia si no se entregaba. Gracias a la intercesión de sus primas --casadas con falangistas-- y a su juventud, pudo quedarse en el pueblo hasta abril de 1937. Por temor a que pudiera pasarse en el frente al bando republicano le incorporaron a la sanidad militar. Al final de la guerra le devolvieron a casa con permiso indefinido. Y empezó a forjar sus deseos de incorporarse al maquis. Gerardo se dedicó al estraperlo de café, pero la actividad fue una tapadera para buscar a sus compañeros por los montes. "La guerrilla en Cáceres estaba organizada por agrupaciones. La primera era la del comandante Carlos y contaba con tres divisiones (12, 13 y 14) que correspondían a ´El francés´, ´Chaqueta Larga´ y ´Quincoces´". Pinto se convirtió con el tiempo en un astuto guerrillero que intervino en el asalto a la Guardia Civil de Mesas de Ibor. Huyó a Portugal y desde allí a Francia tras protagonizar fugas y episiodios increíbles. Ahora vive entre Cáceres y Francia.