Tomás Cantero, vecino del barrio de Suerte Saavedra de Badajoz es escayolista y lleva tres años en el paro, igual que uno de sus dos hijos que trabajaba con él. En una casa en la que nunca ha habido necesidades, actualmente seis personas (Tomás, su mujer, sus dos hijos, sus dos nueras y su nieta) se tienen que apañar con 426 euros al mes que él cobra por ser mayor de 52 años. "Yo ya no tengo esperanzas de encontrar trabajo", asegura.

Tomás era escayolista y yesista y trabajaba por cuenta ajena para diversas empresas de la construcción. Al comenzar la crisis económica, los dos se quedaron sin empleo y no han vuelto a trabajar. "Nos tenemos que pegar puños en los dientes para llegar a fin de mes", dice Tomás, que tiene que elegir entre "pagar o comer". Así, hace ya tiempo que dejó de abonar el alquiler, por lo que teme que "como se han puesto las cosas", le llegue más pronto que tarde una carta de desahucio. Reconoce además que acude asiduamente al centro parroquial del barrio a pedir alimentos básicos a Cáritas. "Si hacemos frente a todos los pagos, nos quedan 100 euros al mes para comer", dice, ya que ninguno de los miembros de la familia trabaja. "Los chicos estaban de alquiler, pero se han tenido que venir con nosotros otra vez porque tampoco ingresan nada", asegura.

Como afectado, Tomás ha participado activamente con la Plataforma por la Renta Básica, incluso recabando firmas y participando en una marcha a pie de Badajoz a Mérida. "Estoy de acuerdo con la Renta Básica pero siempre y cuando sea para quien de verdad lo necesita y que no ocurra como con los cursos y talleres de empleo de la Diputación o el ayuntamiento, que solo entran los enchufados", dice. "Todos los políticos tenían que probar a vivir un mes como vivimos nosotros para que conozcan lo que se siente de verdad", concluye.