Las tragaperras que hay instaladas actualmente en la región van a iniciar un proceso de renovación sin precedentes con el fin de captar nuevos cliente mediante novedosas fórmulas de juego más atractivas y un aspecto más adaptado a los tiempos que corren, gracias a la incorporación de las nuevas tecnologías. Estas máquinas serán más divertidas, pero también incorporan un reclamo que nunca, o casi nunca falla: unos premios más jugosos.

Las clásicas tragaperras de los bares y cafeterías, las catalogadas como B1, van a triplicar su premio máximo, pasando de 60 a 240 euros gracias a las partidas triples. Los premios son mayores según el nivel de restricción de uso de estos aparatos, que viene marcado por el local en el que se instalan. Así, las que se encuentran en salones de juego ofrecerán premios de hasta 1.800 euros -hasta ahora 400-. Pero la principal novedad la ofrecen las denominadas B3. Se trata de unas máquinas que solo podrán instalarse en salas de bingo -que deberán adaptar zonas especiales para ello-, aparecidas en los últimos años e inexistentes hasta la fecha en Extremadura.

Con esta máquina, una persona puede jugar hasta 30 partidas simultáneas al bingo con 6 euros, y optar a un premio directo de hasta 6.000 euros. Pero además, y como principal novedad, aparece la opción de ganar un premio acumulado o Jackpot con el que el jugador podría hacerse con un bote de hasta 15.000 euros.

El parque actual de este tipo de máquinas recreativas en Extremadura es de 5.600, entre las que están instaladas en bares y cafeterías, así como en salas especializadas, bingos y en el casino. La mayoría de ellas están obsoletas porque la normativa que las regula en la región lleva estancada más de una década. Ello ha impedido que una actualización de la oferta con la incorporación de las nuevas tecnologías.

Ayer entró en vigor el primer reglamento autonómico que marca las pautas de organización y control de una actividad que mueve unos 400 millones de euros en Extremadura, y que genera unos ingresos a las arcas autonómicas de 34 millones de euros al año.

Esta norma, que sustituye a una ley estatal aprobada en 1998, da paso a la renovación de una flota desfasada que tenía "aburridos" a los jugadores, según indican los empresarios del sector. El viejo aparato de luces estridentes en la que un botón acciona la ruleta va a dar paso a nuevos productos que permiten nuevas formas de juego, con máquinas interconectadas entre sí aunque se encuentren en ciudades diferentes, con pantallas TFT y táctiles y la incorporación de nuevas modalidades de juego. Algunas de estas máquinas permitirán jugar al bingo, hacer apuestas e incluso jugar al póker.

Hay dos aspectos que no cambian. El primero es el precio de la partida, que se mantiene en 20 céntimos. El otro, que se mantiene la prohibición de pago con tarjeta de crédito. Según la Junta, para evitar los "efectos perniciosos" del juego. Las principales asociaciones de empresarios del sector han dado la bienvenida a una normativa que era necesaria para garantizar el futuro del sector.