Extremadura continúa perdiendo población y envejeciendo. No es nuevo. Esta tendencia se viene vislumbrando desde hace años pero cada informe que se publica revela la magnitud de un problema que año tras año parece tener más difícil solución. "Como no cambiemos esto, la especie más amenazada en Extremadura será la especie humana", sentencia Antonio Pérez Díaz, profesor de Geografía de la Uex y autor de diversas publicaciones sobre demografía.

Los últimos datos del padrón del 2015, publicados hace unos días por el Instituto de Estadística de Extremadura, avalan la tendencia que vislumbra el profesor: la región lleva cinco años encadenados perdiendo habitantes, que, de media, superan ya los 43 años.

El primero de los problemas, la pérdida de población, afecta a la mayoría de los municipios extremeños. Tres de cada cuatro pueblos han reducido su población en solo un año. Esto supone que sólo el 25% --100 en cifras absolutas-- ha logrado mantener o aumentar en 2015 su número de vecinos. Entre estos no se encuentra ninguna de las siete principales ciudades --Badajoz, Cáceres, Plasencia, Mérida, Don Benito, Villanueva de la Serena y Almendralejo--, pese a llevar varios años liderando el aumento de población en Extremadura. "Están perdiendo su capacidad de atracción", estima el experto.

Sin embargo, en plena sangría poblacional sí han logrado más vecinos municipios como Aljucén, El Carrascalejo, Risco, Abadía, Casares de las Hurdes, Collado de la Vera y Oliva de Plasencia, entre otros. No obstante, el balance regional es negativo: en 2015 la población extremeña cayó en más de 6.600 personas hasta los 1.092.997 habitantes.

Otro de los principales problemas de la región es el envejecimiento. Tampoco es nuevo. La edad media de los extremeños ha subido más de dos años en la última década, pasando de los 41 años del 2005 a los 43,2 del 2015.

La explicación a estos datos tampoco es novedosa: la natalidad no para de caer y la falta de oportunidades laborales hace que muchos vecinos de estos pueblos tengan que hacer las maletas y cambiar de municipio, de provincia o de país. La situación, aunque compartida, es diferente entre provincias. El problema de pérdida demográfica es similar en ambas, con una caída en el último año del 0,60% de su población, sin embargo los pueblos de Cáceres envejecen a mayor velocidad que los de Badajoz, según el Instituto de Estadística de Extremadura. Así, la edad media de los pacenses se sitúa en 42 años frente a los 45 de los cacereños, que en algunos municipios de la provincia alcanza incluso los 73 años, como en Campillo de Deleitosa. En el lado opuesto, está otro municipio de Cáceres, Talayuela, la localidad más joven: sus vecinos tienen 38,2 años de media.

"Revertir estos problemas va a ser muy difícil, la tendencia está ya consolidada porque hay una serie de circunstancias que conducen inevitablemente a un descenso de la población: por una lado, una crisis absoluta del crecimiento natural, es decir, hay más defunciones que nacimientos, y, por otro lado, la emigración de la gente joven, que aunque ahora mismo no es abultada ni alarmante, con vistas al futuro es bastante preocupante", indica el experto.

IMPEDIMENTOS La causa de ambos factores es la ausencia de un tejido social y empresarial fuerte, dice Pérez. "Tampoco veo que se haga nada por cambiar esta tendencia, porque las pocas iniciativas empresariales que van surgiendo y que ayudarían a crear empleo y fijar población raro es que no tropiecen con algún impedimento, principalmente suelen ser medioambientales. Aquí tenemos un tercio del terreno protegido, pero los otros dos tercios deberían quedar libres para que la población pusiera en marcha sus actividades y evitáramos lo que está pasando: que nos vamos a quedar en una región donde la principal especie amenazada de Extremadura es la humana y parece que no hay mucha preocupación al respecto".

Esta 'especie', de hecho, ya escasea en algunos municipios. ¿Podría llegar a desaparecer algún pueblo extremeño? "No sería extraño, ha ocurrido en otras comunidades. Afortunadamente aquí no ha desaparecido ninguno pero los hay que no están cerrados nominalmente, sobre el papel, porque hay población empadronada por muchas circunstancias desde la nostalgia hasta que es más barato el impuesto de circulación del coche, pero a lo mejor luego no se reside allí", apunta.

Las soluciones para este experto son fáciles aunque no resultan sencillas ponerlas en marcha. "Estamos en una región deprimida con pocas

posibilidades y como planteamos tantos problemas a las iniciativas empresariales privadas --Valdecañas o la refinería, ejemplifica-- tenemos a Extremadura parada. Hay que crear empleo, dinamizar la economía y definir qué queremos, si proteger solo a los linces o también a los niños", sentencia.

Pérez critica además que el problema demográfico siempre ha estado en un segundo plano. "Nunca ha interesado sacarlo y hace décadas que se viene anunciando". Preocupa especialmente desde principios de este siglo. "A partir del 2000 se ha agravado porque la mujer ha dejado de tener tantos hijos como antes y se ha derrumbado la natalidad, que es la clave". El índice de fecundidad, es decir, el número de hijos que tiene cada mujer está en 1,29 bebés y el relevo generacional se garantiza con 2.

Extremadura es consciente de esta realidad. Por ello, en 2013 se integró en el Foro de Comunidades por el Cambio Demográfico, un grupo de trabajo que pusieron en marcha seis autonomías (Castilla y León, Galicia, Asturias, Aragón, Extremadura y Castilla La Mancha) aunque ahora ya son ocho tras incorporarse Cantabria y La Rioja.

Este grupo se reunió hace dos semanas en Valladolid para elaborar un dictamen sobre los retos demográficos que comparten y que presentarán en el pleno del Comité de las Regiones en junio en Bruselas. Con este documento piden que tanto la Unión Europea como España dediquen fondos específicos para atajar un problema compartido. "Queremos que sea un tema importante en la agenda política española y europea con el objetivo de que el reparto de la financiación pública tenga en cuenta elementos como la dispersión y el envejecimiento para poder garantizar los servicios y las pensiones. La despoblación no es un problema de unos pocos sino un problema global", explica Rosa Balas, directora general de Acción Exterior de la Junta y la voz de la Administración extremeña en el foro interautonómico.

Ese documento será la base para empezar a atajar un problema que necesita políticas desde todos los ámbitos en las que, según Balas, está trabajando la Junta: apoyo al mundo rural, igualdad de género, emancipación, políticas para mantener a los jóvenes en la región y para retornar a los que se han marchado,... "son ejes esenciales".

Balas admite que, de forma generalizada, "hemos pensado que era un problema a largo plazo, pero cuando uno ve los datos y su evolución no puede evitar preocuparse, producen cierto vértigo", reconoce, por eso la despoblación está entre las prioridades de su gobierno, dice. Mientras, la región sigue perdiendo población y envejeciendo.