El anuncio de su candidatura a las elecciones estadounidenses dobló los picos de escepticismo en todo el mundo. Incluso en el propio partido republicano al que representa generó debate. Con una opinión pública en plena efervescencia, el millonario Donald Trump, con su torre forrada de oro y su discurso polémico y agresivo, inició una campaña electoral no exenta de polémicas por su clara declaración de intenciones. Declamaba sin reparos su hartazgo del establishment y anunciaba a voz en grito cambios inminentes con tinte populista.

Y lo que en un principio no parecía ser rival para una Hillary Clinton y para los sondeos que la encumbraban antes de tiempo como sucesora de Barack Obama, se resolvió en un proceso ajustado en el que los americanos le declinaron el apoyo en favor del magnate con una ajustada victoria tras una campaña maratoniana. Pese a las lecturas de los sondeos, Trump se erige con la marea en contra como 45 presidente de los Estados Unidos.

Así, entre acusaciones de amaño, el polémico magnate ha tomado posesión esta semana y llega a la Casa Blanca con el índice de popularidad más bajo de la historia y en una ceremonia con la mitad de afluencia que la de su predecesor. Aunque el mundo reacciona estupefacto ante la llegada del dueño de la torre Trump al máximo escalafón del país, la realidad es que es el candidato republicano que más votos ha conseguido por delante de Bush, McCaine y Romney con el apoyo de electores blancos enfadados con la línea elitista del país. Es un antisistema.

Ya en sus primeras horas como mandatario de la potencia mundial, y entre manifestaciones masivas que rechazan su mandato, ya ha firmado el contrato para construir dos oleoductos que había paralizado Obama y ha dado luz verde a una de sus medidas más controvertidas: el muro con Méjico para prohibir la entrada de emigrantes por la frontera.

En medio de esa vorágine mundial viven también los 199 estadounidenses que residen en Extremadura -30.000 en España según el registro del Instituto Nacional de Estadística-. Aunque alejados de su país, la mayoría por compromisos laborales, respiran la misma inquietud por el futuro. Trump está dispuesto a tensar la cuerda frágil de la estabilidad y promete como efecto mariposa hacer temblar al resto del planeta.

Entre los estadounidenses con los que ha charlado este diario hay disparidad de opiniones, desde Linda Redden, republicana de Louisiana afincada en Cáceres que destina su apoyo al magnate con todas la certezas del mundo hasta Tereza McInnes, demócrata confesa de Virginia, un estado en el que Hillary se impuso estas pasadas elecciones.

Esa amplitud de puntos de vista se cierra con respecto a las a las razones que han condicionado la llegada del polémico millonario a la Casa Blanca. La mala elección de Hillary como representante en favor de Bernie Sanders para los demócratas o el cansancio de las últimas políticas de Obama para los republicanos han motivado que el poderoso genere controversias. Incluso en Extremadura.