Extremadura es la comunidad con más kilómetros de costa interior --unos 1.500--, característica que ha aprovechado para crear numerosas piscinas naturales a lo largo de la cuenca de sus ríos y gargantas. Pero además de ofrecer un lugar para refrescarse, estos espacios se han convertido en un punto de encuentro donde poder realizar todo tipo de actividades deportivas y de ocio. Desde hace años constituyen un nuevo atractivo turístico de la región.

La característica esencial y principal de este tipo de piscinas es el contacto directo con la naturaleza. Los ríos y gargantas llenan estos pequeños parajes de aguas puras estancadas, rodeados de la flora y fauna autóctona y sin apenas intervención del ser humano.

Además, están controladas. El órgano encargado de velar por la buena conservación de las aguas, de que estas sean aptas para el baño, es el Servicio Extremeño de Sanidad (SES). Este organismo vigila las piscinas naturales durante toda la temporada estival, desde mediados de mayo hasta finales de septiembre. Para ello, realiza controles y análisis periódicos cada 15 días.

La inspección se realiza mediante dos procesos: la vigilancia visual, para detectar posibles aglomeraciones o vertidos, y el muestreo, que son análisis exhaustivos de la calidad de las aguas mediante técnicas científicas. Gracias a estos dos tipos de controles se obtiene la calificación puntual de aguas, que revela si son aptas o no para el baño. En caso negativo, el SES investiga las posibles causas de contaminación para aplicar medidas correctoras. En última instancia, incluso se puede decretar el cierre de la piscina. En este caso, el encargado de comunicar el cierre es el ayuntamiento de turno.

Al final de cada temporada, la Junta remite los resultados al Ministerio de Sanidad y a la UE. Según Bruselas, las ocho principales zonas de baño de la región --el embalse del Zújar en Castuera, la playa de Medellín, el embalse de Proserpina, el embalse de Orellana, la garganta Rivera de Acebo, el Lago de Jaraíz, la garganta de Cuartos de Losar y el río Jerte en Plasencia-- poseían una buena calidad. Otras, como la piscina Las Pilas de Collado de la Vera, permanecen cerradas por presencia de aguas residuales sin depurar.

Este tipo de piscinas cuentan con una larga historia, surgieron como charcos y a lo largo del tiempo algunas han sido acondicionadas para facilitar el acceso y su disfrute, aunque sin perder su esencia natural. Así, las diferencias con las piscinas municipales cada vez se reducen más, porque han sido dotadas de amplios aparcamientos --"con cabida para más de 150 vehículos", comenta Juan José Bueno, alcalde de Casas del Monte-. Pero también se han incluido merenderos, contenedores de reciclaje, chiringuitos, parques infantiles, zonas ajardinadas y en ocasiones servicios especiales de biblioteca móvil. Además, se han adaptado para el acceso a minusválidos, como es el caso de la piscina de Acebo, que incluye un bungalow para discapacitados.