Vecinos, familiares y amigos han despedido hoy al que hasta hace menos de 24 horas era el hombre más longevo del mundo, Francisco Núñez Olivera Marchena, cuya "fuerza" vital, como él aseguraba tener, se apagó esta pasada noche en Bienvenida (Badajoz), su pueblo, "el de toda mi vida", decía.

La muerte le llegó "sin enterarse, sin dolor alguno", ha afirmado su hija Milagros ante las puertas de un tanatorio que se ha quedado pequeño por las numerosas personas que han querido dar su último adiós "al bueno de Marchena", apuntaba una vecina.

Su familia y sus amigos, pues 113 años de vida dan para muchas amistades, le han devuelto esta tarde el cariño que siempre trasladó a los suyos, como también ha quedado demostrado en la ermita de la Virgen de los Milagros, donde se ha celebrado una misa.

En la homilía, el sacerdote y amigo personal del difunto, Francisco Bernardino, se ha referido a Marchena como "el gran patriarca de la vida", pues "ha disfrutado del honor de tener la vida regalada por Dios durante tantos años". "113 y dos meses", ha remarcado.

"Tuvo la vida de un común padre de familia, con la tarea de un sencillo labrador", algo que, a juicio de Bernardino, "fue el mérito natural de la vida de Francisco".

Marchena falleció anoche en la vivienda de su hija Milagros, a pocos metros de su casa de toda la vida, la cual que tuvo que dejar hace un mes cuando su otra hija, María Antonia, su cuidadora inseparable desde hace cuarenta años, fue ingresada en un hospital pacense para ser sometida a una intervención.