Desde ayer, las aves que frecuentan Cornalvo tienen más motivos para cuidar su comportamiento si no quieren ver aireadas sus intimidades. Este espacio próximo a Mérida, recientemente redeclarado parque natural, tras una sentencia que anuló la anterior designación, fue el centro de los actos con lo que la Junta celebró el Día Mundial del Medio Ambiente.

El maestro de ceremonias fue el consejero de Agricultura y Medio Ambiente, José Luis Quintana, quien se marcó, para empezar, un juego de palabras: "en Extremadura podemos presumir no sólo de especies, sino también de espacios". Después añadiría que el protagonismo que los niños asumieron ayer en la celebración, con talleres diversos relacionados con la naturaleza, se deriva del interés de su departamento porque los menores asuman desde ya el cuidado del medio ambiente.

Sin embargo, el acto central de la jornada, muy calurosa por otra parte, y en la que se agradecía estar al resguardo de las encinas y alcornoques, lo constituyó la inauguración del observatorio, desde el que se podrá espiar a las aves que acuden al embalse de la Muela.

Aprovechando viejas construcciones de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, se han levantado dos miradores, uno a ras de suelo y otro a siete metros de altura, integrados en el paisaje y que permiten, levantando pequeñas viseras, observar a la multitud de aves que frecuentan este parque, del que destacó Quintana que está a sólo ocho kilómetros de la capital autonómica, situación impensable en Madrid o Barcelona.

Según la época, el espía podrá contemplar especies de nombres tan sonoros como silbón, rabudo, friso, porrón, correlimos, archibebe o andarríos (entre noviembre y febrero), o, si la Muela tiene agua suficiente, somormujos, zampullines, fochas o chorlitejos, para esta época.

Más difícil, aunque no imposible, es que algún observador afortunado vea cigüeñas negras y, mirando al arroyo, nutrias, galápagos leprosos o sapos parteros, todas ellas especies más esquivas y discretas.