El exceso de equipaje no se lleva solo en la maleta. Volver de vacaciones tras el verano supone engordar entre dos y tres kilos, según calculan las sociedades médicas, que obviamente matizan que depende mucho de cada persona y sus circunstancias. Pero hay un patrón común: y es que la inactividad, los excesos alimentarios y el alcohol añaden un sobrepeso que puede que se acabe arrastrando hasta las navidades.

“Cuando hacemos vacaciones, hay gente que desconecta de todo, hasta de los hábitos saludables, la dieta y el ejercicio físico, y, claro, engorda”, explica la doctora Assumpta Caixas, del grupo de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y experta en la materia. “Parece que en verano está todo permitido. Si vas al bufet libre no es para poder elegir lo que apetece, sino para comer hasta hartarse... Y si tomas una cerveza no es una sino varias. Se pueden comer helados, claro, pero también verdura y fruta”, añade.

El calor provoca una relajación mental de costumbres que puede prolongarse hasta la vuelta a la rutina. “Las altas temperaturas de la calle condicionan lo que hacemos y parece que en verano haya un hábito mental de dejarlo todo para septiembre. Lo vemos hasta en los pacientes, que nadie quiere comenzar ningún tratamiento ahora si no es muy urgente”, apunta el médico de familia Marcos Tarín. “Si no se está en la dinámica laboral, se abandona todo un poco y también se priman ciertos alimentos como la cerveza, la horchata, el helado o el vermut que si no los compensamos con ejercicio, pues hace que se ganen unos kilos”, añade.

La doctora Caixas recuerda que una comida completa se ha de componer de hidratos de carbono preferentemente de digestión lenta (pan y arroz integral, legumbres, patatas), proteínas (carne, pescado o huevos), verduras y fruta. Todo ello sin abusar y con grandes dosis de sentido común y mesura. “Lo de las proporciones es difícil. La sandía tiene más agua que el plátano, se puede tomar más volumen, pero tampoco hay que abusar por los azúcares”, recuerda. Lo que sí propone como plato recurrente veraniego es el gazpacho. “Porque supone mucha más verdura en una comida que lo que toman algunas personas durante todo el año”, afirma.

MÁS FRUTA Y VERDURA

La abundancia estival de fruta y verdura debería permitir incorporarlas mejor a la rutina alimentaria, pero tampoco de modo exclusivo. “Hay quien toma solo fruta para cenar o como alimento exclusivo durante todo un día, y eso tampoco es sano, porque provoca una subida glucémica que luego tiene un bajón”, señala. Sobre las bebidas, la endocrino considera aceptable tomar una cerveza diaria en el caso de las mujeres y dos en el de los hombres, pero recuerda las “calorías gratuitas” que aporta el alcohol, sobre todo en combinados como el gin-tonic o el cubata. Lo mismo ocurre con la sangría, cuyas calorías van a depender de la cantidad de alcohol que contenga, sobre todo por los licores. La veraniega horchata tiene hidratos de carbono y vitaminas, pero la cantidad de azúcar que contenga puede echar a perder muchas cinturas si se abusa de ella. Es el mismo caso que los refrescos, los granizados o el helado, del que la doctora aconseja no consumir “más de dos o tres por semana”.

MENOS COCINA

Otro punto es el recurso a los platos precocinados o ultracongelados como preparados rebozados, pizzas o croquetas, propiciados por las prisas y las pocas ganas de cocinar. “Cada vez cocinamos menos. Ha habido un cambio social hacia la comida rápida y un cambio tecnoló gico a favor de la comida a domicilio, pero esta no tiene por qué ser fast-food. Internet nos facilita pedir sushi o cualquier otra cosa”, recuerda el doctor Tarín. El verano es también el periodo perfecto para fortalecer los huesos con más calcio, ejercicio y exposición a la luz solar, siempre con protección. “Es buena época para consumir pescados pequeños con espinas, porque el calcio está en la espina. Y mejor a la plancha o asados que rebozados”, recuerda Assumpta Caixas. “Es como la barbacoa, que la tradicional es una concentración de proteína animal y grasas. Con una buena ensalada y poca grasa, pues está bien. Y si en lugar de chorizos es de sardinas, pues mucho más saludable”.