Es verdad que lo dejaron moribundo durante una semana. También lo es que, preso de la impotencia, pudo haber tirado la toalla el pasado fin de semana en Cáceres si Mariano Rajoy no le hubiera dado su respaldo. Sin embargo, la trama urdida en base a una mentira monumental (no fueron 32 vuelos sino 16 -fueron tan cutres que doblaron los de ida y los de vuelta- y si falsearon ese dato clave puedan mentir ya en todo) puede tener el riesgo de convertirse en un efecto 'rebote'.

Fuera 'fuego amigo' o 'enemigo', que eso está aún por demostrar, si es que se llega a constatar algún día, la única realidad es que Monago está 'vivo y coleando'. Si sin tener ningún tipo de documentación al respecto para poderse defender (a ver quién se acuerda así de sopetón de lo que hizo hace cuatro o cinco años en días concretos) logró sobrevivir en medio de una presión insoportable, la impresión es que el caso a partir de este viernes tiene visos de convertirse en un auténtico 'boomerang'.

El presidente extremeño ya tocó suelo y ahora sólo puede iniciar el ascenso. En mayo se comprobará aunque insisto una vez más en mi criterio de la semana pasada: el único beneficiado de este lodazal será 'Podemos'. Tiempo al tiempo. ¿Y por qué pienso que Monago puede verse reforzado aunque nunca habrá merecido la pena lo que ha sufrido tanto él como su familia durante estos días?

En primer lugar porque su ejercicio de transparencia de hace 48 horas -una vez tenida la documentación en la mano- ha puesto el listón muy alto a partir de estos momentos. Ojalá se hubiera actuado así en casos como 'Feval', el Hospital de Zafra, el pago de jamones, comidas a parlamentarios, copas o carteras a cargo del SES en anteriores etapas.

¿Se puede alguien imaginar que Guillermo Fernández Vara reúne a todos los periodistas en la sede de Presidencia de la Junta de Extremadura y les pone a disposición durante el tiempo que creyesen necesario las cuentas no de su vida privada sino de Feval, una institución pública? ¿Se lo imaginan por un momento?

A partir de ahora a ver quién es el siguiente que se escuda en excusas baratas, tipo 'está bajo proceso judicial' o 'dejemos trabajar a la Justicia' o, sin ir más lejos, 'respetamos la presunción de inocencia, como precisamente dijo el viernes el nuevo líder socialista Pedro Sánchez con la apertura de investigaciones contra Chaves y Griñán. Lo curioso es que con el presidente extremeño lo ha hecho así sin haber cometido ninguna irregularidad. En todo caso, como mucho, se estaría hablando de un tema estrictamente ético porque los senadores tienen derecho a viajar -todos- a donde les dé la gana, aunque otra cuestión es que eso haya que cambiarlo de formar urgente a partir de ahora. Cada segundo que pase ya es tarde.

Hay tanto por hacer en este sentido. Pasa, por ejemplo, con la utilización absolutamente arbitraria de los teléfonos móviles por parte de los políticos. ¿Alguien se ha parado a comprobar si realmente realizan sólo llamadas relacionadas con su trabajo público o -no vayamos a ser hipócritas- todos los utilizan para llamar a sus casas, a sus amigos o la parienta? ¿Si publica que Monago ha llamado a su hijo 100 veces con el teléfono oficial nos llevaríamos también las manos a la cabeza? ¿Y Vara? Y.. Y...

Los que tramaron esta infamia (sean de dentro o de fuera del PP) cometieron algunos errores de bulto; algunos palpables (como no tener la documentación de los vuelos de una forma exacta porque no se puede ser tan cutre de que te equivoques sin intención en exactamente el doble de viajes), pero sobre todo no evaluaron la capacidad de resistencia (y mira que hay ejemplos palpables en el tiempo) de Mariano Rajoy. Criticado, odiado, maltratado, vilipendiado (póngalo todo en el ámbito político) incluso por muchos votantes del PP, o potenciales, o cercanos, o simplemente por los que sin ser de ningún partido le dieron su apoyo frente a ZP para cambiar las cosas, Rajoy ha demostrado ser una persona leal y ha sido de los pocos, siendo el más importante de todos (quizás porque lo ha sufrido en sus carnes), que no se ha sumado a la lapidación pública cuando lo más sencillo -que se lo pregunten si no a IU en Extremadura- hubiera sido dejarlo caer. Y eso ocurrió en Cáceres el pasado fin de semana, primero en autobús donde iban todos los dirigentes del PP y luego de forma personal en Trujillo.

El sábado, después del acto, Monago, Rajoy y Alberto Casero, alcalde de la localidad, comieron en un conocido restaurante de la histórica y admirable plaza: 'Te creo, no hace falta que me das más explicaciones, sigue adelante'. En caso contrario, una mirada extraña, una postura de perfil, un silencio (como hicieron otros muchos barones del PP) hubiera transportado a Badajoz ese mismo sábado a un Monago -que estaba destrozado desde el punto de vista personal- ya cadáver político.

Capítulo aparte se merece el asunto de la comunicación, de los asesores, de cómo se ha manejado una situación -a este nivel- sin precedentes en este país, con una repercusión mediática asfixiante. Ha calado en el interior de las filas del PP -hasta el viernes, claro- que la infantil idea de que si Monago hubiera dicho desde el principio -y por tanto mentido- que había cambiado de residencia oficial tras su separación -trasladándole de Badajoz a Tenerife- y que volaba una vez en semana a la capital pacense para ver a sus dos hijos, todo esto se había acabado en un minuto. ¿Se puede ser más ingenuo? Primero, porque sencillamente es falso y, por tanto, más tarde o más temprano se sabría. Segundo, porque sería de poco profesional inducir a un presidente a mentir a sabiendas en una cuestión que podría ser fácilmente desmontable por la otra parte, la única con la que realmente se podría contrastar y que en un momento dado te puede sepultar. Pero sobre todo, porque el propio afectado marcó las rayas rojas (su vida personal) que bajo ningún concepto se podían atravesar. Aunque se inmolara políticamente. El fin no justifica los medios. Por eso, a todos aquellos que trataron de cargar en exclusiva la responsabilidad en su equipo más cercano tendrán que esperar a mejor ocasión. El del viernes pasará a la historia como uno de las grandes discursos de este país: 'La tormenta de arena'. El muerto está más vivo que nunca.