ÁNGEL FERNÁNDEZ

Guardia Civil retirado

Sufrió heridas leves en 1977 en un atentado en Pamplona

12 de octubre de 1977, 2.00 horas,calle Padre Calatayud dePamplona. La festividad de lapatrona de la Guardia Civil acabade comenzar, pero ÁngelFernándezestá de servicio y vigilajunto a un compañero ungaraje situado en esa dirección.Lejos de su localidad natal, LaCodosera, Ángel y su familiaconviven con el miedo de losprimeros años de terrorismo deETA. Un sentimiento que esanoche se materializó en la explosiónde cinco kilos de goma–2 en la puerta de aquella cochera,que quedó destrozada.

Cuantiosos daños materialesy pocos personales fueron, porsuerte, el resultado de esa acciónterrorista. Aun así, los dosagentes sufrieron heridas leves(cortes por la metralla y los cristalesde los coches, sobre todo).Ángel incluso tuvo que operarseun pie, si bien no llegó a estarde baja más de una semana.Nunca se les reconoció comovíctimas del terrorismo.

“La atención a los afectadospor actos terroristas comenzócuando estos adquirieron unmayor nivel, a partir de los80”, explica Ángel, que entoncestenía 32 años. Y añade: “nosotros,como quedamos bien,no nos interesamos muchopor ese tema”. Pero pese a habertenido la suerte de sobrevivira aquella bomba, jamás olvidósu estruendo. Le asustanlos ruidos fuertes, rememora aveces la angustia que sintió alquedarse encerrado en aquelgarage y padece trastornos dela afectividad. Es una víctima.

Como él, hay muchas personasque han sufrido un atentadoterrorista en España y nohan recibido ninguna compensaciónni reconocimiento. El Ministeriode Interior ha localizadoa 300 víctimas de ETA queno han cobrado la indemnizaciónque les corresponde, segúndatos publicados por El País. Enel caso de Ángel, jamás llegó asolicitar esa ayuda (son los damnificadoslos que deben activar elproceso), por lo que en ningúncaso culpa a la Administración.“No me quejo de que me hayannegado nada, porque nunca lohe solicitado”, argumenta.

Hasta ahora, cuando gracias ala Asociación Extremeña de Víctimasdel Terrorismo (AEVT), quepreside Santiago Moriche, ha iniciadolos trámites para que seareconocida su condición de víctima.“Ni siquiera sé qué me corresponde,pero creo que es justoque me lo concedan”, opina ala vezque recuerda que su compañero“ya falleció sin que esoocurriera”. Aunque con bastanteseguridad este jamás olvidó loque ocurrió aquel 12 de octubre.

Ni Ángel ni su familia, desdeluego, han podido hacerlo. Fuepor ello que la anterior directivade la AEVT –que se desligó de lasección regional de la Asociaciónde Víctimas del Terrorismo (AVT)por la “politización” de dicha organización,según los impulsoresde la división– le animó a reclamarsu situación. Y este no soloresalta “la buena acogida”con la que le han recibido, sinoque coincide con la idea bajo laque esta fue creada. “la políticapara los políticos, yo tengo miopinión, pero prefiero respetarlo que hacen los gobernantes”.

SANDRA Y DANIEL HIDALGO MUÑOZ

Abogada y policía

Heridos por una bicicleta bomba en Madrid en 2001

Esa labor de la AEVT, y especialmentede su presidente, SantiagoMoriche, también recibe loselogios del matrimonio que hoycomponen Sandra Hidalgo y DanielMuñoz. Siendo novios, el 28de junio del 2001 se dirigían a laUniversidad Autónoma de Madrid,donde ambos estudiabanDerecho, a hacer un examen. Peroun semáforo en rojo les detuvoal lado de una bicicleta bombacontra el general de brigadaJusto Oreja, que fallecería unmes después por las heridas quele ocasionó ese atentado. La dinamitaalcanzó a otras 19 personas,Daniel y Sandra entre ellos.

Al ser el conductor y estar unpoco más lejos del artefacto, Danielsufrió menos daños físicosque su novia. Tal vezpor eso, tambiéntardó menos en recuperarse.Ella, que viajaba como copiloto,perdió la audición en el oído derecho–que afortunadamente recuperócon un tratamiento de ochodías hospitalizada– y parte de lavisión del ojo derecho. Más dosaños de carrera, porque el miedole hizo abandonar Madrid. Sin embargo,decidió afrontarlo y regresópara terminar. Hoy ejerce comoabogada en Almendralejo, dondevive junto a su marido, que entróen la Policía Nacional.

Ambos han encontrado la felicidaden Extremadura, si bien no olvidanaquel semáforo. Ni lo queocurrió después. Inicialmente, seafiliaron a la Asociación de Víctimasdel Terrorismo (AVT), sobretodo en búsqueda de asesoramiento.Pero sin demasiado éxito. “Anteuna situación así, te sientestotalmente perdido y la verdades que no tuvimos demasiadaayuda”, cuenta Daniel, que ni siquieraestá reconocido como víctimadel terrorismo. “Más o menos,me dijeron que no habíasufrido suficientes daños físicos,lo cual –según hemos vistodespués– no tiene ninguna basejurídica”, explica.

Sandra sí que obtuvo ese reconocimientoy una indemnización,pero no sabía que habíaninguna pensión. “Han sido losmiembros de la AEVT, y sobretodo Santiago Moriche, quienesnos han asesorado sobre lo quenos correspondía. En la otraasociación, por lo menos a nosotros,no nos informaron mucho”.Ni siquiera se enteraron decuándo se celebró el juicio de losautores del atentado en el que sevieron implicados: “Lo vi un díabuscando en internet”, apuntaSandra un tanto indignada.

Tampoco sintieron el respaldoque tan necesario resulta cuandouna pasa por una experienciade este tipo. “Lo que más falta tehace no es que te ayuden a niveleconómico –yo esto no se lodeseo a nadie, por mucho quete den–, sino sentir el respaldo,tener a alguien que te acompañe”,señala Sandra. “Una asociacióndebe asistir a sus víctimas,sino ¿para qué está?”, sepregunta Daniel. Ambos tienenclaro que en este tema no haybandos, aunque no pueden sertan contundentes en sus prediccionessobre cómo evolucionaráel terrorismo en el futuro. Solopueden quedarse en el “ojalá”.“Ojalá que esto se terminealgún día.

ASCENSIÓN CORRALES

Tabaja en una inmobiliaria

Su esposo fue asesinado por ETA en Algorta (Getxo) en 1982

Hay sentimientos –probablementeSandra y Daniel comparten algunos–que solo se pueden conocersi se viven ciertas situaciones.Eso lo sabe bien Ascensión Corrales,que de sobra conoce el que seexperimenta al perder repentinamentea un ser querido. Primero,cuando con solo 25 años y tres hijospequeños su marido, JavierGarcía, fue asesinado por ETA enel bar que regentaba en Algorta,en Getxo (Vizcaya), tras lo cualella regresó a Cáceres, de dondeprocede. Años después, cuandosu hija murió en Honduras, adonde fue con una oenegé. Ellaha aprendido a vivir con el tremendodolor que suponen dospérdidas así y, habiéndolo conocidotan de cerca, no está dispuestaa dejar que nadie se atreva a rentabilizarlo.

“No van a sacar partido de midolor y menos del de mis hijos”proclama. Por eso, se muestracontraria a la politización que laAVT ha experimentado en los últimostiempos. “Me da vergüenzaajena”, reconoce. Ni comulgacon los políticos, ni los critica.Prefiere quedarse al margen deese debate y solo lucha porque lamuerte de su marido tenga elmismo valor que la de cualquierotra víctima del terrorismo.

“Él murió tiroteado por losterroristas, que incluso reivindicaronel atentado”, rememora.Entonces ambos regentabanun bar en Algorta y no sabe si talvez le habían exigido el impuestorevolucionario. El caso es que fallecióa manos de ETA y su familiano recibió ninguna indemnizaciónhasta muchos años después,cuando se aprobó la Ley deSolidaridad. Su hija, que comosus hermanos creció sin padrepor culpa de los terroristas, yahabía perdido la vida.

Actualmente, Ascensión recibeuna pensión, pero sabe quehay otras más cuantiosas. “Noentiendo por qué hay esas diferencias,si todos hemos sufridolo mismo, muchísimo”. Esta esotra de las reivindicaciones de laAEVT, que la está asesorando paraque haga las reclamacionespertinentes y se subsane eseagravio comparativo. “No entendemospor qué tiene que habervíctimas de primera y segunda,somos víctimas y punto”, recalcael presidente de dicha asociación,Santiago Moriche.

Gracias a él y al resto de losmiembros de esta organización,Ascensión se siente por primeravez arropada. Antes ha tenidoque enfrentarse a muchas dificultadescon poca, o ninguna,ayuda de la administración. Ahorasolo espera que “se nos reconozcasimplemente como víctimas”y, destaca de nuevo, “sinhacer campaña para nadie”.

JOSÉ CELEMENTE GARRIDO

Policía en segunda actividad

Sobrevivió a un atentado contra él en Bilbao en 1981

Como el marido de Ascensión,José Clemente Garrido tambiéntuvo la desgracia de ser el blancode otro tiroteo en el País Vasco. Yla milagrosa suerte de que ningunode los más de 40 disparos recibióel vehículo en que viajaba lecostara la vida. Se dirigía a la comisaríade Bilbao donde estabadestinado como inspector de policía.Tres meses después, nadamás recuperarse, pidió la reincorporacióna su trabajo con una solacondición, el traslado (primeroa Canarias y después de vuelta aExtremadura –actualmente viveen Plasencia). Pese a que los terroristasllegaron a publicarlo en uncomunicado, afortunadamenteETA no le privó de su vida. Eso sí,se la cambió para siempre.

“No solo a mí, sino sobre todoa mi familia; mi mujer ha tenidovarias depresiones desde entoncesy uno de mis hijos estuvo entratamiento psicológico hastalos 25 años”, cuenta. También élpadeció estrés postraumático delque no fue debidamente tratadoen su momento, por lo que ha experimentadovarias recaídas. Enese sentido, destaca sobre cualquierotro apoyo el de sus compañeros,“que siempre fueronmuy comprensivos con mi situacióne incluso me asesoraban”.

No fue tanta la ayuda que leproporcionaron otras instituciones.“Tardé dos años en que meindemnizarán por el vehículo enque viajaba, que quedó destrozado”,ejemplifica. Para ello, tuvoque dirigirse él mismo al Ministeriode Interior para presentar losdocumentos que, también él solo,había redactado y esperar hastaque la aprobación del Consejo deEstado. Y todo eso prácticamentecon información “de oídas”.

Por ello, aplaude que se hayacreado una Dirección General deApoyo a las Víctimas del Terrorismoy sugiere que los procedimientosque las víctimas debenllevar a cabo (para solicitar lasindemnizaciones, etcétera) losinicie de oficio el Ministerio. Ensu caso, las dificultades para accedera las ayudas que le correspondenvienen motivadas “porqueparece ser que las diligenciasjudiciales de Bilbao se archivaronautomáticamente”.

En la actualidad, cuenta con elapoyo de la AEVT para esas cuestiones,una organización con laque coincide plenamente cuandoseñala que “las víctimas por encimade todo son víctimas”. Joséha renunciado a la política porser víctima, pero no a la esperanzadel fin del terrorismo. “No tienesentido que sea la única organizaciónterrorista de Occidente”.No tiene sentido.

CARMEN DÍAZ

Ama de casa

Su marido murió en el incendio del Hotel Corona en Aragón

De vuelta a los 70, el 12 de juliode 1979, tuvo lugar uno de losmás sangrientos y controvertidos–por el secretismo que lo rodeóprimero y el halo de misterioque lo hizo después– atentadosde ETA (reconocido así en el2003): el incendio del Hotel Coronade Aragón. María Belén Pulgar,autora del libro Víctimas delTerrorismo de 1968-2004, estimaque murieron unas 80 personas–“cifra aproximada pero noexacta, puesto que muchos delos heridos fallecieron con posterioridad(...), sin quedar constanciaen ninguno de los listadosaparecidos”, dice textualmentesu obra–. Entre ellos estabaÁngel Hernández, que era capitánde infantería y estaba destinadoen la Policía Nacional.

Pero Ángel no falleció por pertenecera las fuerzas y cuerposde seguridad del Estado. Simplementese había traslado desdeMérida, donde estaba destinado,a Zaragoza para asistir a la entregade despachos de alférez en laque participaba el novio de unade sus dos hijas. Eligió el mismohotel que la viuda y otros familiaresde Franco. El hotel que seincendió convirtiendo a su mujertambién en viuda. CarmenDíaz todavía espera la condecoraciónque le corresponde comovíctima del terrorismo.

“No recibimos ningún tipode indemnización ni ayuda hastael 2004. Ni siquiera se podíahablar del tema, no nos dabanexplicaciones, era muy raro.Más allá de las compensaciones–me quedé con una paga de20.000 pesetas, así que los apurosya los he pasado–, creo quemi marido merece, como cualquierotra víctima del terrorismo,su condecoración”, comentaCarmen. “Solo es por la ilusión”,termina.

Desde Almendralejo, la ciudaddonde nació y regresó haceya varios años, Carmen no esperademasiado del futuro. Almenos cuando se habla de terrorismo.“No sé si terminaráalgún día, Dios lo quiera, peroyo no lo sé”. Lo que sí tiene claroes que “deberían poner vetoa esos canallas, que es lo queson”, pero con un matiz: “nosomos las víctimas las encargadasde hacer política”.

PEDRO MATEOS

Trabaja en una fábrica

Fue secuestrado en 1975 por el Frente Polisario de Argelia

Pero no solo ETA ha provocadovíctimas del terrorismo. Hacedesgraciadamente demasiadotiempo que apareció esa categoría.Bien lo sabe Pedro Mateos,vecino de Almoharín, queen 1975 fue secuestrado por elFrente Polisario mientras cumplíael servicio militar en Argelia.Su cautiverio duró desde el11 de mayo hasta el 9 de septiembre.121 largos días “conunas noches muy ‘anchas’”,puntualiza.

“Y es que cuando te llevankilómetros y kilómetros ykilómetros en un coche, atadode pies y manos, con los ojosvendados, ¿qué puedes pensar?Enfrentarte a la muerte...Eso no se borra nunca”, recuerda.Fueron sus propioscompañeros, del Ejército españolpero de origen saharaui,quienes le entregaron a los terroristas.Los primeros días estuvoen unos pozos de tierra.Descalzo. Aterrado.

Y aunque después le trasladarona otras zonas en mejorescondiciones –“digo yo quesería más hacia el interior deArgelia, donde había más vegetación”–,más de cuatro mesesde miedo, de incertidumbre,sin contacto con su familia–y al contrario– es demasiadotiempo. Y aunque muchomás ha pasado desde entonces,no ha podido olvidarlo. “Nicreo que lo consiga ya nunca”.

Por ello, no quiere dejar derecibir lo que le corresponda.“Estoy reconocido como víctimadel terrorismo, pero notengo la condecoración”, explica.Lo que sí le concedieron en sudía son tres medallas, pero todassin pensión. Tres décadas tuvieronque pasar desde su secuestropara que le concedieran la únicaindemnización que ha recibido.Pero no está dispuesto a renunciara sus derechos, por lo que seha afiliado a la AEVT.

Con el asesoramiento de Santiago,Pedro confía en que algúndía deje de haber víctimas “deprimera y segunda, porqueunos reciben cosas distintasque otras”. Y ojalá que tambiénllegara el día en que dejarade haber víctimas.