Sea porque ni su talante, ni sus ideas, ni su misma relación personal con el líder socialista extremeño Rodríguez Ibarra le permiten ajustar el paso a los nuevos tiempos que corren en IU, o sea, como él dice, porque quiere retomar el contacto directo con y desde la base, y se encuentre más cómodo tras la pancarta que en el escaño, el caso es que Manuel Cañada (Badajoz, 27 de abril de 1962) ha dado el paso y abandona la primera línea política, en la que lleva once años.

Quizá su deseo sea el de recuperar ese ímpetu juvenil que le llevó a afiliarse a los 17 años al PCE y a CCOO. A partir de ahí, su primera trayectoria fue más sindical que política, y le llevó a ocupar cargos relevantes en el sindicato entonces liderado por Marcelino Camacho.

En el año de la Expo, reorientó su camino, y pasó a liderar el PCEx. Simultáneamente, se convertía en portavoz parlamentario de IU en la Asamblea, y comenzaba un rosario de desencuentros con el presidente de la Junta, con el que ha protagonizado momentos de gran tensión, que dejaban traslucir no sólo sus discrepancias políticas, sino un trasfondo de rechazo en lo personal rayano en el odio.

En clave interna, se sentía cómodo con la línea anguitista , pero la marcha del califa le colocó en la disyuntiva: Frutos o Llamazares, y su ortodoxia comunista le llevó a elegir al perdedor.

Ahora llega la hora del relevo. Suenan muchos nombres, quizá porque no suena ninguno. En todo caso, Teresa Rejas parece ser la mejor colocada.