La semana pasada sufrieron el primer robo de aceitunas de la temporada y dos días después comenzaron una campaña de vigilancia en el campo para evitar más sustracciones. Los olivareros de las localidades de La Garrovilla y Esparragalejo comenzaron el pasado 10 de noviembre a patrullar sus fincas en los horarios menos frecuentados por los agricultores. «No nos vamos a enfrentar a los ladrones, el objetivo es vigilar, hacernos ver y disuadir de esta forma a aquellos que buscan expoliar nuestros cultivos. Hay dos parejas de ronda cada día, estamos permanentemente conectados a través de un grupo de WhatsApp y tenemos un cuadrante hecho hasta el 31 de diciembre.», cuenta Alonso Molina, el portavoz de esta nueva patrulla ciudadana.

No es la primera vez que los propietarios salen a defender sus tierras y sus cosechas. «Ya lo veníamos haciendo de forma particular, pero nos hemos dado cuenta de que la unión hace la fuerza». Aquel primer robo del pasado 8 de noviembre en la zona dejó destrozados unos 500 olivos de una reciente plantación: «tardará por lo menos dos años en volver a tener una cosecha decente», apunta.

Hace dos años, un grupo de vecinos de Navalvillar de Pela y otros municipios colindantes -Casas de Don Pedro, Talarrubias, Logrosán...- organizaron su primera campaña de vigilancia ciudadana ante la oleada de robos que estaban sufriendo en la zona, no solo en sus explotaciones agrícolas sino también en sus casas de campo y naves. Y desde entonces prácticamente no han parado. «Seguimos haciendo rondas, unos días somos más y otros menos, pero en la zona estamos todo el año vigilando con más o menos intensidad, porque el destrozo que nos hacen es muy grande. Este verano nos han robado gasoil, baterías de tractores, placas solares...», señala Antonio Masa, portavoz de la plataforma ciudadana de esta zona.

En Navalvillar de Pela, entre los vecinos y el consistorio están pagando además un servicio de vigilancia privada y cuentan también con la ayuda de la sociedad local de cazadores.

El papel de estas patrullas ciudadanas es vigilar e intentar disuadir a los posibles ladrones solo con su presencia, pero nunca intervenir ni enfrentarse a los malhechores. Por eso, su trabajo viene a complementar la labor que realizan los agentes de la Guardia Civil, con quienes están permanentemente conectados para trasladarles cualquier sospecha. «Nuestra misión es colaborar con las fuerzas de seguridad y ayudar lo que podamos».

En los últimos años los robos en el campo han pasado a convertirse en un problema de primer orden porque atacan el sustento principal de los agricultores. En la campaña olivarera del 2015 los ladrones sustrajeron más de 530.000 kilos de aceitunas y en 2016 la cifra bajó casi un 30%, hasta los 366.000 kilos robadas. «Estadísticamente parece que han bajado y no estamos tan mal pero la persona a la que le roban la cosecha, 200 litros de gasoil o le desvalijan una nave agrícola es la que lo sufre», afirma Masa, que no aprecia de momento los refuerzos de la Guardia Civil anunciados el pasado octubre.

Según la Delegación del Gobierno, en la campaña actual se ha incorporado a las labores de vigilancia una unidad ROCA (grupos especializados en la investigación de los robos en el campo) más y un escuadrón de caballería para la zona de Tierra de Barros, lo que permite acceder a zonas del campo de más difícil acceso para los vehículos. «Está formado por cinco agentes con sus respectivos caballos que vienen a completar, como ya ha ocurrido en los últimos años, el dispositivo ya organizado en las zonas de especial incidencia por parte de los equipos ROCA de la Guardia Civil», señalan desde la Delegación del Gobierno.

DOCUMENTO DE TRAZABILIDAD / Además de más vigilancia, los propios agentes consideran que también ha contribuido a la reducción de robos el decreto de trazabilidad de uvas y aceitunas que aprobó la Junta de Extremadura hace un año y que obliga a los agricultores a identificar las producciones de uva y aceituna para su transporte a las almazaras, cooperativas, puestos o puntos de venta privados con un documento que antes era voluntario y que debe incluir información acerca del origen y el destino final del producto.

Pero para que esto funcione, avisan que es fundamental los controles en los puestos de recogida. Tanto Molina como Masa consideran que el año pasado se controló más la entrega de la aceituna pero no hay que bajar la guardia: «sigue habiendo quien se lucra de estas acciones».

Los agricultores de La Garrovilla y Esparragalejo avisan de que incluso existen olivicultores que recogen aceituna de dichos robos y las entregan como suya propia, del mismo modo que existen puestos de recogida donde no se realizan los pertinentes controles. «Estas son las cuestiones que más nos preocupan y que creemos necesario controlar y atajar lo antes posible. Exigimos, además, que sobre ellos recaiga todo el peso de la ley con multas ejemplares y juicios rápidos». En la última campaña se denunciaron 115 infracciones penales y 36 personas fueron detenidas o investigadas.

Desde las organizaciones agrarias como Apag Asaja piden a los agentes que «no escatimen ni un solo gramo de esfuerzo en controlar aquellos puntos conflictivos en los que se están registrando hurtos casi a diario» y consideran de vital importancia que se inspeccionen todos los puestos de compra de «dudosa legalidad», con el fin de evitar este tipo de situaciones. La semana pasada, en una de las últimas operaciones realizadas, los agentes se incautaron en Sevilla de casi 4.000 kilos de aceitunas robadas en Almendralejo.