Cirrosis o cáncer de hígado. Esto podría ser hoy el diagnóstico de Guadalupe Vacas si no le hubiera llegado a tiempo el nuevo tratamiento contra la hepatitis C. «Estoy curada desde hace cinco meses pero podía estar muerta, como muchos otros enfermos que no han podido tomar el tratamiento adecuado», cuenta esta extremeña de Monroy residente en Fuenlabrada (Madrid).

Guadalupe es una de las miles de personas que han accedido ya en España a los nuevos y costosos fármacos antivirales (una combinación de pastillas) que han supuesto una auténtica revolución en el tratamiento de la hepatitis C. Fueron asumidos por la sanidad pública en mayo de 2015. Hasta entonces los fármacos que existían tenían una tasa de curación muy baja y tremendos efectos secundarios mientras los nuevos antivirales tienen una tasa de curación del 95%, se estima.

En Extremadura, desde el 2015 el Servicio Extremeño de Salud (SES) ha suministrado este nuevo tratamiento a 888 pacientes de los que 772 extremeños ya lo han finalizado, «son todos los que lo han solicitado y cumplen los criterios definidos a nivel nacional», explican desde la Consejería de Sanidad. El coste de esos 772 tratamientos ya terminados supera los 26 millones de euros en la comunidad.

«Estaba muy cansada»

Fue el verano pasado cuando Guadalupe comenzó a sentirse mal. Tenía una carga viral muy elevada y estaba ya en la fase cuatro de la enfermedad que le habían detectado hace 20 años aunque nunca recibió un tratamiento; «solo me hacía análisis periódicos para ver cómo estaba el hígado», cuenta.

La detección de la enfermedad fue pura casualidad. Con 19 años, en un análisis rutinario le dijeron que tenía el nivel de transaminasas alto, pero no fue hasta varios años después, ya habían nacido sus dos hijos que hoy tienen 19 y 27 años, cuando le confirmaron que tenía el virus de la hepatitis C. «No sabía muy bien de qué estábamos hablando, no había la información que hay ahora y tampoco me hablaron nunca de ningún tratamiento». La hepatitis C es una infección causada por un virus que se aloja en las células del hígado produciendo una inflamación crónica de este órgano que puede acabar en cirrosis y en tumores. Su diagnóstico precoz es muy complicado porque es una enfermedad asintomática, de ahí que cuando se diagnostica en muchos casos está muy avanzada. «Es muy importante hacerse las pruebas, con un simple test de sangre se puede detectar».

Guadalupe todavía se pregunta cómo y dónde pudo contraer este virus que se contagia básicamente a través del contacto con sangre contaminada. Como ella, la mayoría de los enfermos desconocen su origen, pero en muchos casos nada tiene que ver con las drogas. «Todavía hay muchos prejuicios con esta enfermedad, la gente se cree que ha sido por compartir jeringuillas para drogarse, pero esta es solo una posible causa y desde luego no es mi caso», cuenta.

El virus vivió durante años en el hígado de esta extremeña «como dormido» mientras la enfermedad avanzaba silenciosamente sin que nada le molestara. Hasta el verano pasado. «Empecé a sentirme muy cansada y me dijeron que la hepatitis estaba en la fase 4, la más grave, estaba ya a punto de una cirrosis». Fue entonces cuando ya cumplía los requisitos establecidos por el Ministerio de Sanidad para poder recibir el único tratamiento que está curando a la mayoría de los enfermos hoy en día. «Hasta entonces no sabía que existía y que podía curarme».

Justo en este proceso conoció la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C, un colectivo que lleva años movilizándose para que la sanidad pública asuma el costoso tratamiento. Lo consiguió en el 2015 después de mantener un encierro de más de 90 días en el Hospital 12 de Octubre, entre otras movilizaciones, pero solo para los casos más graves, solo cuando la enfermedad está en sus estadios más avanzados.

En un mes de tratamiento, tomando siete pastillas al día, el virus desapareció del hígado de Guadalupe. No obstante, el tratamiento dura seis meses. «Fueron unos momentos muy duros, porque además entré en una depresión fuerte», recuerda.

Por todo ello la lucha de esta plataforma continúa, con Guadalupe entre sus miembros. «Estaré eternamente agradecida a la plataforma, si no fuera por ellos no podría haber iniciado ese tratamiento y habría acabado con una cirrosis o con un cáncer de hígado. Ha muerto mucha gente por esta enfermedad y yo estoy viva gracias a la plataforma. Estaré siempre en deuda».

El plan aprobado por el Ministerio de Sanidad para el abordaje de la hepatitis C fue asumido por todas las comunidades, pero aún quedan muchos enfermos pendientes de poder acceder al único tratamiento que se ha demostrado que funciona.

Según el Servicio Extremeño de Salud, hay unos 2.000 extremeños que no cumplen los requisitos establecidos en dicho plan, es decir, que la enfermedad está en un estadio menos grave todavía, además de muchos otros que todavía desconocen que tienen esta enfermedad. Y es que la detección es otro de los problemas de la hepatitis C.

«Tratamiento para todos»

Sin embargo, el plan nacional está siendo revisado por el comité que lo coordina y entre los compromisos alcanzados la semana pasada está facilitar el acceso a los tratamientos a los pacientes con estadios menos graves (F0-F1). La Comunidad Valenciana ya ha anunciado que independientemente de lo que disponga Sanidad será la primera región de España que ampliará los criterios de selección y suministrará el tratamiento antiviral de última generación a los pacientes con los grados menos avanzados.

Por su parte, el SES señala que se mantendrá «dentro de la estrategia nacional que ha demostrado ser muy efectiva», señalan. De momento, al menos en Extremadura los potentes antivirales no han llegado aún a los estadios leves, pero desde la plataforma asumen que comenzarán a llegar ya a todos los enfermos diagnosticados tras lograr abaratar los costes de la industria farmacéutica. «Después de tres años de lucha, por fin se ha llegado al objetivo principal que la plataforma se marcó desde el principio: tratamiento para todos», señala Damián Caballero, el presidente de este colectivo.

«No se puede llegar a entender que no haya tratamiento para todos los enfermos, si se suministra antes de que la enfermedad vaya a peor será mejor para todos, para el paciente y para el sistema público», defiende Guadalupe, que está curada aunque tiene secuelas porque la enfermedad ya estaba muy avanzanda. «Yo estaba muy asustada, hay gente que en una fase 4 ya no responde al tratamiento y con una sola pastilla en la fase 1 quizás se cure por completo la enfermedad. No podemos esperar. Es como si tienes un cáncer y no te empiezan a tratar hasta que no haya metástasis, un sinsentido», denuncia.

Ahora solo queda esperar a que el compromiso adquirido en la última reunión del comité coordinador del Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C en el sistema nacional de salud se cumpla. «Estaremos vigilantes y seguiremos trabajando sobre la prevención de la enfermedad y el control sostenible de los precios con el fin de que este virus quede erradicado», dice Caballero. Porque es la última esperanza para salvar a miles de personas destinadas hasta ahora a sufrir una enfermedad terminal.