Aquí lo que hay es campo. La aceituna, la uva, el corcho... lo que toque. Y vamos a donde haga falta. Luego se cobra el subsidio, pero son solo seis meses. Unas veces saco 400 euros, otras 700, depende. En este pueblo la gente es muy trabajadora. No me creo eso de que seamos los más necesitados, yo no veo que se pase hambre. Eso sí, quien estudie se tiene que ir», expresa Juan Francisco Borrallo, de 41 años y padre de un niño de ocho, que apura su desayuno mientras ve en la televisión un debate sobre la crisis en Cataluña. «Estoy muy preocupado con lo de allí arriba, no sabemos cómo va a terminar esto», se lamenta. Otro asiduo parroquiano, Manuel Cordero, de 63 años, apunta: «Pues yo no me dedico a nada porque aquí no hay trabajo. Bueno, voy al carbón, que es lo que tiene el pueblo. Mis cuatro hijos también viven de la agricultura», manifiesta mientras termina su habitual partida de dominó de los jueves. Rondan las once de la mañana. La escena transcurre en el bar ubicado justo a la entrada de Zahínos, un pueblo del sur de Badajoz de unos 2.800 habitantes que esta semana ha sido noticia a nivel nacional por ser el más pobre de España.

Juan Francisco Borrallo, jornalero.

La Agencia Tributaria ha hecho públicos los datos de declaraciones del IRPF del año 2015 (se analizan los municipios de más de 1.000 habitantes) y esta localidad pacense es la que menor renta bruta presenta, según Hacienda. La media es de 10.577 euros al año, lo que significa vivir con menos de 28 euros al día. Pero además, a apenas 12 kilómetros se sitúa Higuera de Vargas, que aparece en esta estadística como el sexto más humilde del país. En este rincón extremeño sus vecinos ganan hasta seis veces menos que en el municipio más rico de España, Pozuelo de Alarcón, donde la media en bruto llega a los 69.136 euros.

Sara Torres, que ahora trabaja de camarera.

EL PICÓN / Huele a carbón en la carretera que llega a Zahínos. El olor traslada a inviernos de falda de camilla y brasero de picón. Esta materia prima, junto al corcho, es una de las principales fuentes de subsistencia para sus habitantes. También hay una propiedad comunal, la Sociedad Civil el Progreso de Labradores y Granjeros, que pertenece a todo el pueblo. La industria no existe.

Pero los vecinos dicen que en su pueblo «se vive» y se sienten molestos al verse señalados. «Mi padre es carbonero, yo me he criado en ese mundo, que es no parar de sol a sol. No sé cómo pueden decir que somos los más pobres si estamos todo el día trabajando», se queja Sara Torres, de 31 años, que ahora hace labores de camarera. «Cuando toca, voy a la fruta», añade. Y tiene claro que, aunque el campo es duro, entre el jornal y el subsidio, en su pueblo se está mejor que con un sueldo medio en Madrid (allí, por ejemplo, el alquiler de un piso amueblado de tres habitaciones ronda los 200 euros). «Hay calidad de vida, esto es muy tranquilo», asegura.

Antonio Torres, encargado del local 'Mi bar'.

El encargado del bar, Antonio Torres, de 50 años, da otro punto de vista: «Sí hay necesidad. Yo lo noto en el local, sobre todo en los dos últimos años. La gente viene a echar la partida, pero no consume».

LO QUE NO AFLORA / Dicen que Zahínos es ese pueblo en el que nunca se arreglan las fachadas pero por dentro las casas son palacios. Lo cierto es que una realidad es la que se declara a Hacienda y otra la que existe en el día a día. Una verdad es la que se cuenta y otra la que no se menciona.

Manuel Cordero, en plena partida de dominó.

Cuando se pregunta por la economía sumergida, se tuerce el gesto. «Aquí pasa lo mismo que en todos sitios, ni más ni menos», manifiestan. Y dan pinceladas de que alguno que otro tiene su huerto, sus gallinas..., su apaño para, al fin y al cabo, no tener que vivir con menos de 28 euros al día. «Si reúnes mil euros y los metes en el banco, entre unas cosas y otras, los pierdes, así que mejor te lo guardas en tu casa», resume una vecina.

Manuela Guerrero y Tamara Díaz.

COLABORACIÓN ENTRE VECINOS / Tamara Díaz, de 34 años, cuenta: «Aquí se va tirando, y si te va saliendo algo extra pues lo coges. Yo tengo un trabajo a media jornada y dos hijos, la mayor en la universidad, en el segundo curso de Enfermería. Si no hubiera recibido una beca, no me lo podría permitir». Y apunta: «No pago casa porque mi padre le deja una cochera que no usaba a una familia y esa familia me presta a mí una vivienda que tenía vacía».

Juan Torvisco, alcalde de Higuera de Vargas.

Otra vecina de toda la vida, Manuela Guerrero, de 75 años, se queja: «¿Quién ha dicho que seamos pobres? Aquí lo que pasa es que se vive del campo, y si llueve, pues no hay jornal».

El alcalde de Zahínos, Gregorio Gallego (PP), prefiere mantener distancia con las conclusiones de la Agencia Tributaria: «Ya me gustaría a mí estar en Boadilla del Monte, por ejemplo». «Es que no tenemos polígono industrial», se lamenta.

Pero unos kilómetros más allá, el regidor de Higuera de Vargas, José Torvisco (PSOE), expresa: «Ya le gustaría a muchos pueblos estar como Zahínos. Es uno de los que más ha crecido, y se nota en las viviendas». Su municipio también está señalado como uno de los más humildes: «¿Y la materia prima que tenemos aquí, qué? No es que poseamos un gran capital, pero no pasamos hambre ni mucho menos». «Eso sí -continúa- lo veo complicado para la juventud al no haber tampoco industria».

SIETE DE LOS DIEZ PRIMEROS / Otros cinco municipios más de la comunidad (La Parra, Fuenlabrada de los Montes, Puebla de Obando, Ahigal y Riolobos) completan la lista de los siete pueblos extremeños que están entre los diez primeros a nivel nacional con la renta media más escasa. Zonas rurales que viven de la actividad agrícola, como es el caso de Zahínos, donde esta semana no se hablaba -y reflexionaba- de otra cosa.

A media mañana, y tras marcharse el mercadillo ambulante, las calles están casi desiertas. Por la plaza principal del pueblo cruza un joven que, tras apreciar la presencia de periodistas, ironiza: «Seremos pobres, pero por lo menos salimos en la tele».