La superficie cultivada de maíz en Extremadura se ha desplomado un 33% en los últimos cuatro años. De las 68.100 hectáreas que se sembraron con esta gramínea en la región en el 2013 se ha pasado a las 45.435 del 2017, de acuerdo a los últimos datos del Ministerio de Agricultura. De esta disminución, 3.865 hectáreas corresponden al último año, lo que supone un decremento del 7,8% en esos doce meses.

«El cultivo se ha ido reduciendo porque no resulta atractivo ni rentable para el agricultor», resume José Cruz, secretario de Acción Sindical y Agricultura de UPA-UCE. «El abanico de alternativas se va cerrando cada vez más y son menos las opciones que hay para producir en una agricultura de regadío que es muy exigente y que conlleva unos costes de producción considerables con cualquier cultivo que hagas», lamenta Cruz, al tiempo que subraya la importancia que tiene el maíz como cultivo de rotación.

En el conjunto del país también se ha contabilizado un descenso de la superficie de maíz, aunque proporcionalmente ha sido de menos entidad que en el caso extremeño, del 23,7% (de 439.958 hectáreas a 337.912).

El principal factor que ha influido en la línea descendente seguida por el cultivo, explica este responsable de UPA-UCE, son los precios, que «no han sido nada favorables» a causa de la competencia que han supuesto las importaciones procedentes de países como EEUU y Argentina. «Llevamos unos años en los que lo único que sube son los costes de producción, como los abonos y las semillas», recalca, al tiempo que incide en los esfuerzos que se han hecho por ganar en eficiencia y mejorar los rendimientos. En este sentido, el descenso en la producción en estos últimos cuatro años ha sido de un 23,9%, bastante menor que el del terreno, de las 790.000 toneladas del 2013 a las 602.750 del año pasado.

Con vistas a la campaña de este año, Cruz apunta que «no parece que vaya a haber una subida significativa de los precios», a lo que «se añade un condicionante más, que es la sequía». A pesar de que «gran parte» de las plantaciones maiceras de la región se riegan por goteo con el fin de optimizar su uso, se trata de un cultivo «más exigente» en este ámbito que otros como el girasol, lo que podría llevar a un nuevo descenso de la superficie.