La visita a la Feria Nacional del Queso de Trujillo permite degustar algunos manjares queseros de la tierra, que ya se vendía

en Trujillo allá por el año 1465 en su mercado franco. Se trata del producto DOP Queso Ibores, elaborado con leche cruda de cabras serranas, retinta y verata que pasta en libertad, en explotaciones en extensivo, lo que implica el mantenimiento de unos controles rigurosos de calidad en ganaderías y en las seis queserías inscritas en el Consejo Regulador. Sin duda se trata de uno de los productos estrella de este certamen, que ya tiene presencia fuera del país en Alemania, el norte de Italia e Inglaterra. Aún así, según el director técnico de la DOP Queso Ibores, Fracisco Javier Jiménez, es necesario seguir trabajando en aumentar su consumo y mejorar la comercialización. Precisamente, para promocionar esta delicia de cara al consumidor es importante acudir a certámenes como el trujillano, «donde se potencia la imagen de marca y se da a conocer el producto». «Quien lo prueba, repite», asegura Jiménez, ya que la alimentación a los animales a base de jara, brezo, romero y bellota, así como la leche cruda sin tratamiento térmico para conservar la flora láctica útil, hacen que se produzca un queso de la «máxima calidad». El reto del Consejo Regulador es elaborar un formato más pequeño que el tradicional.