Otra vez Brasil, de nuevo Interlagos. Allí consiguió Fernando Alonso su primer título en 2005; allí certificó el segundo un año después; y allí llegará, de nuevo, la próxima semana con opciones matemáticas de lograr el tercero. Es el único. Necesita ganar y que Mark Webber no acabe entre los cuatro primeros. Es una de las ecuaciones, hay más. Y todavía queda Abu Dabi. "Tenemos que intentar hacer dos podios, extremar la fiabilidad y no cometer errores". No es una receta diferente a la de las últimas carreras, tampoco a su forma de conseguir los dos primeros títulos.

Es supersticioso, no quiere hablar del título, y menos ahora que algo italianizado sabe que trae mala suerte. "Ganar el título o no dependerá de muchas cosas: de cuánto de rápido sea el coche en Brasil y en Abu Dabi, de la fiabilidad, y de la suerte". Y hay que hacerle caso. No suele fallar en sus pronósticos. "No era normal que tuviera solo un abandono hasta ahora, y Mark Webber ha sufrido lo que nos ha pasado a los demás en otras ocasiones. Pero él era el único que se lo podía permitir porque era el líder. Y ahora sigue ahí, aún con opciones".

El eterno peligro

No le busquen a Alonso un atisbo de relax, o celebración anticipada. Nada más lejos. "Los Red Bull son los coches más rápidos. Si no ganamos alguna décima por algún lado para plantarles cara, pueden hacer dos dobletes perfectamente y eso nos generaría un problema". Pero sabe bien Alonso que Red Bull ha tomado partido claramente por Vettel y no cambiará ahora de caballo para apostar por Webber. De ahí la picardía del asturiano: "Espero que Vettel gane las dos carreras".

El se ganó hace tiempo su papel de número 1. Lo hizo sobre la pista, apabullando a Felipe Massa una y otra vez. Y fuera de ella. Como ayer, cuando se autoinculpó del retraso en el cambio de ruedas. "Fue mi culpa. Con el estrés bloqué un poco las ruedas y me detuve un poco cruzado. Creo que esa fue la causa". Ja. La vista zenital de su parada certifica que resultó impecable. Solo lo dice para proteger al equipo como tantas otras veces. "Fernando es así", confiesa Stefano Domenicali. "La verdad es que nos fallaron las tuercas, la del trasero derecho y la del delantero. No sabemos bien lo que ocurrió, quizá fue el agua, o el barro".

Porque el monoplaza rojo se asemejaba más a un turismo tras un rally que a un F-1. Vaya barrizal. Y para qué hablar del coche de Webber, destrozado. Para él miraba el australiano mientras analizada las causas de su accidente. "Fue mi error. Pisé el piano y perdí el control, arruiné mi carrera y la de Nico (Rosberg). No ha sido un buen día, pero es solo mi segundo abandono del año y sigo creyendo en mis posibilidades". Incluso confía en ellas. Como Vettel, a 25 puntos de Alonso. "Aún quedan 50 puntos en juego. Sería más fácil si no se hubiera roto el motor, pero así funciona la vida". Tiene mucha razón su jefe, Christian Horner, cuando dice que "hemos hecho una gran regalo a Fernando, ahora favorito".

Hamilton aún cree

Y así lo celebraron en Ferrari, con la tradicional foto de grupo, esta vez con una corneta para cantar el "¡Oé, oé, oé!", preludio de lo que significa este triunfo, que esperan prolongar, o certificar, en Brasil, un trazado idóneo para los rojos. Para lo ocasión, Alonso montará el mejor motor que aún tiene, con el que venció en Monza, con solo una carrera. Ferrari siempre se ha mostrado fuerte en Interlagos, también Felipe Massa, que, en su casa, puede ser decisivo, como Hamilton, que ayer recuperó la sonrisa: "Este segundo puesto nos mete en la lucha. No pienso bajar la guardia, no".