La noche había caído ya sobre Sepang. Horas después de la calificación del GP de Malasia, Fernando Alonso seguía sentado a la mesa junto a varios ingenieros, incluido Andrea Stella, su hombre de confianza. De puertas hacia afuera, culpó diplomáticamente a la suerte y a sí mismo de la decisión de retrasar su salida a pista en la primera manga de la calificación cuando casi todos los equipos buscaban un crono antes de que lloviera más. Mientras Felipe Massa gritaba su enfado y rabia por un error así, Alonso buscó las causas junto a los suyos, en silencio, sin pataleos. Actuó como lo que es, un líder.

Al bicampeón le toca remontar hoy (10.00 horas, La Sexta) desde la décima línea de la parrilla --"las carreras se ganan el domingo, volverá a llover y esto es muy largo", se animó-- que comparte con Lewis Hamilton, justo por delante de Massa, a solo dos puestos de Jenson Button. Ferrari y McLaren fueron los grandes derrotados del día, los únicos que leyeron en el radar meteorológico (el mismo para todos los equipos) un particular pronóstico por el que interpretaron que dejaría de llover durante la Q-1 (primera manga).

Nadie comprendió en Sepang por qué los Ferrari se mantenían en el garaje cuando el resto aseguraba, al menos, el pase a la Q-2. "Nuestra previsión era que no llovería más y que la pista iba a secarse. Con esa previsión, yo fui el que más insistió en permanecer en el box . Tengo el 70% de la culpa", se atribuyó el asturiano. Pero él sabe que no, es su forma de proteger a los suyos. También erraron en McLaren. Hamilton, que no quiere más problemas, también utilizó el plural como excusa.

PRONOSTICO EQUIVOCADO La información meteorológica de la organización era clara: "Llovería durante 15 minutos", justo el tiempo que dura la Q-1. De dónde sacó Ferrari su pronóstico y la fiabilidad que le dio a esa interpretación fue el tema a tratar después, en la intimidad, el momento para establecer las pautas para que no se vuelva a repetir la pifia, para encontrar la agilidad que sí tuvieron los equipos modestos como Virgin o Lotus, o los de categoría media como el Sauber de Pedro de la Rosa o el Toro Rosso de Jaime Alguersuari. Los dos pasaron a la Q-2 y pelearon hasta el final por llegar a la Q-3.

El benjamín de la parrilla se quedó a un segundo (14º) --"teníamos que haber puesto antes neumáticos intermedios"-- mientras que De la Rosa se quedó a solo cinco décimas, muy poco cuando se trata de un circuito encharcado. "Ha sido una lástima porque estuvimos todo el tiempo entre los diez primeros, pero se me escapó la vuelta buena. Pero hubiera firmado un 12º puesto antes de empezar", dijo De la Rosa.

"Hemos cometido un error en el pronóstico del tiempo", reconoció Stefano Domenicalli, responsable de Ferrari. "El cambio respecto a nuestras previsiones nos cogió con el pie cambiado", confirmó Chris Dyer, ingeniero jefe. "Además, cuando Fernando salió a pista se encontró con banderas amarillas", se disculpó el inglés.

Pero el patinazo solo afectó a Ferrari y McLaren. No falló el resto. Tampoco erraron dos de los grandes, Red Bull y Mercedes. Schumacher no encontró ni el momento ni las sensaciones para luchar por la primera línea, pero su joven y veloz compañero, Rosberg, ya tenía la pole en su bolsillo cuando Webber se arriesgó, entró en boxes y montó gomas mixtas con las que pulverizó los registros anteriores, logrando la segunda pole position de su larga vida deportiva.