Desde las inversiones del fondo kuwatí KIO, a principios de la década de los noventa, de la mano del empresario Javier de la Rosa, no se había vuelto a interesar por España ninguno de los llamados fondos soberanos, procedentes de países con ingentes reservas de divisas, como los Emiratos Arabes, China, Singapur, Arabia, Libia, Argelia, Rusia y otros más. El pasado martes, el fondo soberano del Emirato de Dubai, llamado Investment Corporation of Dubai (ICD), firmó el acuerdo de compra de Colonial con los máximos accionistas de la compañía y, según los expertos, es solo cuestión de tiempo que se produzca en España alguna gran operación de este tipo, como está sucediendo en muchos países del entorno.

El año pasado, un fondo árabe se interesó en la venta de la aerolínea mallorquina de charter Futura y otro, por la inmobiliaria turística Sotogrande, de NH. Estos días también se ha especulado sobre el traspaso a uno de estos fondos del paquete acciones de Sacyr en Repsol. A primeros de febrero, las cámaras de comercio de Madrid y de Dubai firmaron un acuerdo para impulsar la creación de empresas mixtas en los sectores turístico e inmobiliario.

AL RESCATE DE LAS ´SUBPRIME´ Desde que estalló la crisis financiera de las hipotecas subprime , los fondos soberanos se han convertido en auténticos protagonistas, como los únicos agentes del mercado dispuestos a poner dinero contante y sonante para salvar a los bancos amenazados de crisis. Ni el mayor gigante mundial de la banca, el Citigroup, ha quedado al margen. La inyección de 12.500 millones de dólares por parte del fondo estatal China Investment Co ha sido definitiva para el funcionamiento del grupo.

Desde mayo del pasado año, estos fondos han realizado inversiones por valor de 64.000 millones de dólares en gigantes de la banca --como Citigroup, Morgan Stanley, Merril Lynch o Blackstone en Estados Unidos; Barclays, en Reino Unido y UBS, en Suiza-- y de la industria, como Daimler (Alemania). Recientemente, Qatar Investment Authority ha reconocido que está acumulando acciones de Credit Suisse y que planea invertir 15.000 millones de dólares en títulos de bancos europeos y norteamericanos este año. Para no levantar suspicacias en los accionistas y en los gobiernos occidentales, estos fondos se han comprometido a no pedir ningún puesto en los consejos de administración y a no interferir en la estrategia de estas entidades.

El actual aluvión de los fondos soberanos constituye toda una revolución que, sin embargo, produce inquietud en los estados receptores de esta inversión. Su opacidad es vista como una amenaza, así como su dependencia directa de los gobiernos nacionales (con frecuencia, bajo regímenes totalitarios) y las reticencias sobre sus estrategias y el origen de sus recursos. Por eso, la Comisión Europea (CE) ensaya una estrategia común para exigir mayor "proporcionalidad y transparencia" a estos fondos, sin poner límites a la inversión.

La idea de la CE es promover a nivel mundial, bajo el paraguas del Fondo Monetario Internacional (FMI), un código voluntario de buenas prácticas, sin tener que llegar a aprobar leyes restrictivas. "Europa debe seguir abierta a las inversiones extranjeras. Los fondos soberanos no son el lobo feroz que nos amenaza. Han inyectado liquidez y han contribuido a estabilizar los mercados financieros", ha declarado el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. "Pueden ofrecer las inversiones a largo plazo que necesitan nuestras empresas. Para conseguirlo, necesitamos llegar a un acuerdo a nivel mundial respecto a un código deontológico voluntario".