Secretario General de UPA-UCE Extremadura

TEtl pasado martes la comisaria de Agricultura, Mariann Fischer Bohel, presentó oficialmente una nueva propuesta de reforma de la PAC; en esta ocasión la disfraza bajo el nombre de chequeo médico . Y eso es lo único nuevo, el nombre bajo el que se presenta, porque las líneas políticas del documento son las de siempre: desmantelamiento de la Política Agraria Común y más liberalización en los mercados.

Es difícil entender cómo ante una situación nueva como la que estamos viviendo (falta de estocs e imposibilidad de actuar en unos mercados agrarios en los que campa la especulación; hay necesidad de más alimentos ante mercados emergentes, etcétera) se mantienen las mismas recetas: desaparición de los sistemas de intervención, mayor desacoplamiento, más recorte de ayudas...

La Comisión y la comisaria están demostrando que están sordas y ciegas ante el llamamiento de instituciones y reconocidos expertos que lo que dicen es que no se puede dejar la alimentación de las personas a los vaivenes del mercado. La falta de reservas estratégicas está poniendo en una difícil situación a millones de personas, pero esto a la Comisión y a la comisaria no les preocupa o no lo ven. Siguen pensando, al contrario que el resto del planeta, que la producción de los alimentos no es un sector estratégico. Y hasta ya tienen pensada su nueva argumentación, en la que como siempre, ya tienen culpables, los de siempre: los agricultores y los ganaderos.

Hasta hace poco éramos los responsables del subdesarrollo de los países porque no permitíamos que entrarán los productos agrarios más baratos de estos países en nuestros mercados al imponer trabas, y ahora lo somos por lo contrario, porque nuestros productos valen mucho y los pobres no pueden comprarlos.

Olvidan, sin duda, contar y explicar que son ellos, la Comisión y sus políticas, quienes han propiciado que se instale la especulación como regla única en los mercados alimentarios, que son las instituciones públicas quienes no quieren regular los márgenes comerciales y los que han permitido que las multinacionales multipliquen los costes de producción de los agricultores y ganaderos (subida de combustibles, fertilizantes, semillas, piensos, etcétera). Costes de producción que están arruinando a un sector ganadero que ve cómo tiene que vender sus animales cada día más baratos, mientras los consumidores pagan cada día más.

Con todo eso, se presenta una nueva propuesta con más liberalización, más desregularización y más insolidaridad con las explotaciones familiares y los ciudadanos. Eso si, todo en nombre de una Europa que cada día entendemos menos, sobre todo si recordamos cuál fue el origen de esta Europa: garantizar el abastecimiento alimentario a la población. En definitiva, más de lo mismo.