Presidente de la Asociación de Profesores de Economía de Enseñanza Secundaria de Extremadura

TEtn el curso actual muchos de los estudiantes extremeños de Educación Secundaria Obligatoria han podido matricularse de una nueva asignatura denominada Empresa Joven Europea. El conjunto de alumnos que han cursado el currículum de esta materia tienen en torno a 15 años y culminarán su formación en la práctica de crear y gestionar una empresa (en su caso una cooperativa escolar) con diferentes mercados en los que podrán vender sus productos y que en el caso de la ciudad de Cáceres se ha celebrado este viernes.

Esta iniciativa que ha implementado la Junta de Extremadura no es un caso aislado en el territorio nacional y es habitual en nuestros países vecinos. Prácticamente en todos los países miembros de la OCDE, dentro de los itinerarios académicos que cursan los estudiantes en su educación obligatoria existen áreas relacionadas con el mundo empresarial y el espíritu emprendedor.

Pero, ¿a qué responde este deseo por parte de la Administración de intentar fomentar desde la escuela la iniciativa privada como motor de inversión y desarrollo? La respuesta la hallamos en aquel conjunto de medidas que la teoría económica ha venido en denominar políticas activas de mercado de trabajo . Este conjunto de medidas reciben este nombre en contraposición a los programas pasivos o de mantenimiento de rentas , tan populares desde los años sesenta y que el fenómeno de altas tasas de inflación y desempleo revelaron como insuficientes una década después. Las medidas que se recogen bajo el título de programas pasivos no son más que un conjunto de prestaciones y subsidios que pretenden que el agente desempleado no vea vulnerado su consumo mientras no se encuentre trabajando. Como podrá suponerse este tipo de acciones han estado amparadas tanto desde la óptica de la equidad como del mantenimiento de la demanda interna como un factor más del crecimiento económico. Sin embargo, la evidencia empírica ha contrastado que su eficiencia es relativa cuando se trata de conseguir que mejore la empleabilidad de determinados colectivos, cuando el desempleo tiene un marcado carácter estructural y siempre que se desee contener el déficit público dentro de unos límites razonables.

Como consecuencia de todo ello, surgieron una serie de medidas novedosas que ponían el énfasis en facilitar el ajuste entre los trabajadores y los puestos de trabajo y en mantener a los parados en contacto con el mercado laboral. Al mismo tiempo, los programas activos han sido especialmente adecuados para que prosperen las perspectivas de los demandantes de empleo poco cualificados y de los parados de larga duración. Así, entre las diferentes vías de actuación, podemos distinguir aquellas que están relacionadas con el Servicio Público de Empleo, las medidas de formación y las encaminadas a la creación directa de puestos de trabajo.

La gestión de las prestaciones por desempleo, los servicios de colocación y prospección, las actividades de orientación profesional o el asesoramiento a empresas son sólo unos pocos ejemplos de las medidas que llevan a cabo los Servicios Públicos de Empleo de cada comunidad autónoma.

En cuanto a las medidas de formación podemos destacar los antiguos programas de garantía social (hoy en día programas de cualificación profesional), la formación continua o los programas de readaptación diseñados para determinados grupos de minusválidos.

Por último, relacionadas con las intervenciones orientadas a la creación directa de empleo es donde encontramos entre otras directrices, aquellas que pretenden ayudar a los desempleados a convertirse en trabajadores por cuenta propia y desarrollar su idea de negocio. Por tanto, aquí se recoge la ayuda financiera a los parados que inician su propio negocio y ejercen una actividad independiente. La mayor parte de las prestaciones que por sí solas no se pueden considerar ayudas para la creación de una empresa, van acompañadas de subvenciones, exenciones fiscales y préstamos de interés reducido o nulo, para el desarrollo de la actividad empresarial.

El sistema educativo es una realidad incardinada en un momento histórico concreto y por ello, inevitablemente, debe convertirse en simulador de innovaciones y alternativas para una sociedad que demanda pleno empleo. La apuesta por aplicación de algunas de las actuaciones que engloban las políticas activas de mercado de trabajo desde la escuela, terminarán ejerciendo una influencia notable en nuestros alumnos de hoy, jóvenes emprendedores del futuro. Al fin y al cabo, nunca se ha estado tan cerca de hacer realidad un sueño adolescente, aunque éste tenga un marcado carácter empresarial.