Profesor honorario del Esade

TEtn la Cumbre de la FAO sobre los alimentos (Roma, 4-5 Junio) han faltado los gigantes de la alimentación: las empresas privadas que más alimentos mueven por el mundo. La Cumbre era de estados y de organismos internacionales. Ninguno de estos produce alimentos. Los gobiernos crean los marcos legales, las políticas, los incentivos (o desincentivos), dentro de los cuales trabajan los empresarios privados. Pero a la Cumbre de Roma no asistieron las empresas que producen, compran, almacenan, transportan y venden alimentos básicos y producen alimentos procesados. Faltaba un nexo efectivo entre los buenos deseos y declaraciones de la Cumbre de la FAO y quienes sobre el terreno producen y gestionan los alimentos.

En el mundo funcionan media docena de empresas gigantes: Cargill (la mayor de todas), Arthur Daniel Midlans, ADM ("supermercado del mundo", como se anunciaba en CNN), Bunge, Conagra, Dreyfuss, y la japonesa Ajinomoto, las cuales manejan el 80% de todos los cereales y otros productos agrícolas que entran en el comercio internacional.

Alguno de ellos son también grandes productores de biocombustibles a partir del maíz, soja, palma aceitera y colza. Cargill se describe como una empresa de "servicios financieros agrícolas", que me parece una manera educada de designar sus actividades en el mercado de futuros y, en definitiva, en la especulación alimentaria. Sin la colaboración de estas empresas gigantescas no se solucionará nunca el problema de los alimentos en el mundo. Pero ¿cómo inducirlas a colaborar cuando lo suyo es ganar dinero por encima de todo?

Estas empresas, sin embargo, y otras también colosales de Europa, estaban representadas en la Cumbre de Roma por sus respectivos gobiernos, los cuales miran por sus intereses. La negativa de EEUU a suprimir las subvenciones a la agricultura y de la Unión Europea a desmontar el proteccionismo de la Política Agrícola Común, obstáculos en que tropezó la Cumbre, reflejan en realidad la lucha de las grandes empresas de los dos continentes para controlar los mercados de alimentos del mundo entero, una lucha entre gigantes indiferente al hambre del mundo.