No solo familias con hipoteca y desempleados sufren las consecuencias de la maltrecha economía estadounidense. En Nueva York, donde la filantropía es una cuestión de imagen para muchas compañías, las organizaciones benéficas también notan la crisis en Wall Street. "Entre el colapso de Bear Stearns y la inestabilidad en los mercados, nuestras donaciones se han reducido en 465.000 euros, lo que se traducirá en 116.000 comidas menos este año", explicó a este diario Beth Shapiro, directora de comunicación de Citymeals-on-Wheels, una organización que en el 2007 recibió 330.000 euros de los empleados de Bear Stearns y repartió tres millones de raciones a 18.000 ancianos de Nueva York.

Para ellos, la caída del banco de inversión recién adquirido por JP Morgan no es una cuestión de créditos subprime , sino de recortar el presupuesto para los que necesitan ayuda. Y eso, dice Shapiro, es muy duro.

También en Coalition for the Homeless preocupa el impacto de la crisis. "Nos preocupa porque durante la recesión tenemos una mayor demanda de nuestros servicios y porque una economía más lenta siempre repercute a la baja en las donaciones privadas", afirma Patrick Markee, analista de esta coalición que provee alimentos, refugio, ropa y otras necesidades básicas a los 35.000 hombres, mujeres y niños que viven en los albergues de la ciudad.

"Con la recesión, este número puede aumentar", advierte Markee, que recuerda que hay casi 15.000 menores y que en la última década, cuando más ha disminuido el presupuesto para viviendas accesibles, ha crecido la cifra de necesitados.

Shapiro comenta que están siendo "muy prudentes" a la hora de planificar su presupuesto para el año que viene. La dependencia de Wall Street llegó al extremo de que alguna organización, como The United Jewish Appeal Federation --que en el 2007 logró 193 millones de euros--, celebraba su principal evento de recaudación el mismo día que los empleados de Bear Stearns conocían la cantidad de sus bonos.

En el 2006, según Giving USA, los estadounidenses donaron el récord de 197.000 millones. "El impacto en las donaciones no ha sido significativo hasta ahora, pero conseguimos la mayoría de nuestros fondos privados a finales de año, entre acción de gracias y Nochevieja, así que veremos lo que pasa", comenta Markee. "Espero que en el futuro nuestros amigos de las grandes corporaciones continúen apoyando a los ancianos que alimentamos", añade Shapiro.

Según algunas estimaciones, la crisis de Wall Street se traslada a la beneficencia entre seis y 18 meses después. Según la Asociación de Profesionales de Recaudación, las donaciones se han frenado desde finales del 2007 y continuarán reduciéndose este año. "Va a ser un desafío, aunque es pronto para saber si estamos ante el comienzo de un serio declive o volveremos a los niveles normales tras varios años récord", dice Michael Nilsen, portavoz de la asociación.

Los donantes más ricos tienden a ayudar a universidades, museos y hospitales. "Se puede retrasar la construcción de una nueva ala en un museo, pero no dejar de llevarle comida a alguien que no puede salir a comprarla", sentencia Marcia Stein, directora de Citymeals-on-Wheels.