Sentado en su búnker, en sus últimos días de vida, cabizbajo pero con mirada desafiante, así es el Adolf Hitler (en la foto) que ha llegado a Berlín para quedarse. El Museo Madame Tussauds, que abre las puertas de la sucursal berlinesa mañana, ha mostrado al fin la figura de la polémica. La clase política calificó la decisión del museo de incluir la réplica en cera del dictador de "mal gusto" y el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, recordó que en Alemania está prohibida la simbología nazi. Pero desde el museo se asegura que Hitler es parte de la historia de Alemania y, por tanto, debe estar representado.

Sentado tras una mesa, un pensativo Führer extiende su mano derecha sobre un libro.