Los Saboya vuelven a ser noticia. Hace unos meses, los problemas judiciales de Víctor Manuel de Saboya llenaron las páginas de los periódicos. El heredero del último rey de Italia fue detenido y encarcelado por presunta corrupción y explotación de la prostitución. Ahora, la protagonista es su hermana María Gabriela, que se ha visto obligada a desprenderse de valiosas joyas y enseres para hacer frente al impuesto de sucesión que debe abonar al Estado italiano. Parte de los bienes serán subastados los próximos 13 y 27 de junio en ChristieIs de Londres.

"Me dicen que será un gran éxito", explicó días atrás al Corriere della Sera María Gabriela, antiguo amor de juventud del rey Juan Carlos, mientras lamentaba que se había visto obligada a dar este paso porque, únicamente "en derechos de sucesión, debía pagar un millón de euros al fisco italiano".

Las joyas pertenecieron a su madre María José, última reina sin trono de Italia, fallecida en el 2001, a los 94 años. Las joyas tenían que haberse repartido entre los hijos, Víctor Manuel, María Beatriz, María Pia y María Gabriela. Pero todos ellos soslayaron la responsabilidad económica de la herencia.

"Yo no podía permitir que los objetos que pertenecían a mi madre acabasen miserablemente en una subasta por quiebra", justifica Gabriela. Los diamantes de la corona real de Fabergé habían sido regalados por el zar Alejandro a Josefina, esposa de Napoleón.

Entre los bienes que irán a la puja en Londres, en dos fases distintas, están un cofre de joyas y un conjunto de muebles, vasijas de plata, cuadros y alfombras. Las joyas fueron una herencia de familia de la reina María José y el resto procede de las varias mansiones reales que tuvieron los Saboya, la mayoría de las cuales pasaron a ser propiedad del Estado italiano, cuando en 1946 nació la República. Algunas de ellas han pasado a los gobiernos autonómicos, que las utilizan para convenios, exposiciones e incluso hoteles de lujo.

REIVINDICACION En los subterráneos de la Banca de Italia se encuentran desde entonces las joyas de la corona, consideradas como un patrimonio público, aunque en varias ocasiones han sido reivindicadas por los herederos. Su devolución a los Saboya formó parte de las negociaciones de la exfamilia real con el Estado italiano para poder regresar al país.

Ahora, Gabriela de Saboya tiene "un sueño": que aquel tesoro guardado en unos sótanos "salga por lo menos una vez a la luz del día" y sea expuesto al público en el Palazzo del Quirinale, exresidencia papal y sucesivamente Palacio Real de Italia.

A la familia le quedarán todavía algunos muebles y, sobre todo, una voluminosa biblioteca, que se conserva actualmente en el castillo de Merlinge de Ginebra, mientras que los ingresos de la subasta servirán para el fisco y para restaurar la exmorada real en Suiza.