La figura de los Obama vuelve a teñirse de aires de celebridad, ahora con algo tan protocolario como la fotografía oficial de la familia presidencial. Un retrato que por norma general no trasciende más allá de lo que es, si no fuera porque en este caso las instantáneas fueron tomadas por las cámaras de la prestigiosa fotógrafa Annie Leibovitz. Toda una leyenda en las sesiones de las revistas Vogue o Vanity Fair. A pesar de que la imagen se tomó el pasado 1 de septiembre, la Casa Blanca la guardó bajo llave hasta ayer. En ella, el presidente y la primera dama posan sonrientes entre los brazos de sus hijas Malia, de 11 años, y Sasha, de 7, el retoño más joven en residir en el 1.400 de la avenida Pensilvania desde el mandato de John F. Kennedy.

La fotografía, tomada en la sala verde de las estancias presidenciales, refleja la unión e informalidad que tan popular y querida ha hecho a la primera familia del país. Nada de elementos superfluos. De hecho, los cuatro componentes aparecen luciendo vestimentas de tonos blancos o negros, entre las que resalta la ya típica corbata roja del presidente.