El príncipe Alberto de Mónaco protagonizó ayer el tradicional --y gélido, pues el agua estaba a 13 grados-- baño benéfico de Navidad disfrazado como uno más de los papá noeles que estos días recorren las calles. Alberto, con el clásico gorro y chaqueta en rojo y blanco, bañador, toalla al hombro y gafas de sol (a la izquierda), se acercó a una de las playas de Montecarlo para compartir chapuzón con casi 40 personas más, miembros de la asociación Tatsa. Esta entidad se dedica a proveer fondos destinados a la escolarización de las víctimas tailandesas del tsunami que arrasó el sureste asiático en el 2004.