Casi veinte años después de que se estrenara la primera edición de "La jungla de cristal" ("Die Hard"), un Bruce Willis cincuentón pero bien conservado presentó hoy en Tokio la cuarta película de la saga que lo hizo famoso, en la que encarna al policía John McClane.

Dos décadas más tarde, John McClane está calvo pero sigue amando a "su familia y su país" y sin tener mucho "respeto por la autoridad".

Willis fue el maestro de ceremonias, y junto a los coprotagonistas de la película, Maggie Q y Justin Long, dio una rueda de prensa que hoy en Tokio fue registrada por cientos de periodistas en vídeo, fotografía y texto.

El famoso actor, que saludó a los asistentes en japonés, se encargó de animar una presentación en la que Maggie Q y Justin Long se lanzaban papelitos y gesticulaban mientras las traductoras contaban en japonés lo que decían las estrellas de Hollywood.

El intérprete estadounidense explicó que cuando inició la saga "La jungla de cristal", en 1988, el director de la cuarta edición, Len Wiseman, tenía entonces "sólo 16 años", por lo que se puede decir que "Jungla 4.0" ha sido dirigida por un verdadero fan.

Un periodista preguntó a Willis por qué ha vuelto a hacer películas de acción si se había comprometido a dejar el género, a lo que el actor contestó que esperó a la "historia adecuada" para hacer un nuevo capítulo de la serie.

El conocido actor acuñó el término "McClanismo" para referirse al marcado sarcasmo de su personaje, que en esta película repite la frase que hizo famosa en la primera edición: "Yipi kai yey".

En tono jocoso Willis afirmó que hacer películas no es como "hacer agujeros en la calle y llenarlos luego de hormigón", pero que el rodaje de la película fue muy duro.

No obstante, el actor, visiblemente satisfecho del resultado del rodaje, dijo que es "muy fácil" hablar de la última película porque "al final" ha salido "muy bien".

Mientras el protagonista se ausentaba momentáneamente de la rueda de prensa, Q y Long, también muy satisfechos, dijeron sentirse "desvirgados" en el mundo de John McClane por Willis, del que alabaron su "sentido del humor".

La película cuenta los esfuerzos de John McClane para impedir que un ataque informático logre destruir la economía estadounidense y, por consiguiente, la de todo el mundo.