Nunca antes el cineasta Carlos Saura había reunido en una sala a las mujeres de su vida. Lo hace ahora en la exposición Mujeres y monstruos, una muestra de sugerente título que reúne en la sala Círculo del Arte de Barcelona 84 fotografías de su álbum familiar tomadas entre 1951 y el 2006. Retratos de sus hermanas María Angeles y Pilar, de sus sucesivas compañeras sentimentales, la directora Adela Medrano, la actriz Geraldine Chaplin, Merce y la actual, la también actriz Eulàlia Ramón, y de Anna, la única niña de sus siete hijos.

La muestra se completa con la serie Ensayos sobre mi hermano Antonio, un diálogo entre el fotógrafo y el pintor en el que juegan a la deformación de los rostros.

La fotografía ha sido siempre la primera pasión del director de Fados y Flamenco. Tomó su primera cámara mucho antes de dedicarse al cine, y desde entonces no las ha abandonado. Y aunque se considera un fotógrafo "amateur y ecléctico", guarda miles de negativos y unas 600 cámaras en su colección. Porque así logra "detener los momentos y redescubrir la realidad", ir hacia atrás en el tiempo y darse cuenta, "a veces con tristeza, de lo que han crecido los hijos o cómo era la vida en una época determinada".

Epocas como los casi 10 años que compartió con Geraldine Chaplin, a la que retrata de manera espontánea en la intimidad de la habitación y jugando a los disfraces; los viajes que emprendió con su actual mujer, a la que también acerca el objetivo para descubrir y fascinarse con la sensualidad del cuerpo desnudo y con la maternidad.

Quizá por la herencia de la educación católica recibida, Carlos Saura siente una veneración romántica por la mujer, a la que convierte en musa, y el universo femenino. "La mujer es un ser ideal y extraño, mágico y excepcional. Cada una de las que han pasado por mi camino me han descubierto formas nuevas de ver la vida".

Solo una de las fotografías de la muestra no está realizada por Saura. Se trata de una imagen de Oona O´Neill, la madre de Geraldine, el día de su Primera Comunión. Un retrato que, "por encima de su calidad, tiene una magia y un misterio especial" y que se ha convertido en un fetiche para el director, que la ha incluido en algunas de sus películas como Elisa, vida mía.