"Esto no es como las motos. Aquí, si te pasas del gas, si le metes caña al caballo, éste, cuando llega la cuesta, te dice que la subas tú y se para".

Alex Crivillé, bicampeón del mundo de motociclismo, participó el pasado sábado, junto a medio centenar de jinetes, en la última prueba del campeonato de Cataluña de raids en Cantonigros (Barcelona).

Le llaman la maratón de los caballos, un centenar de kilómetros distribuidos en cuatro partes, en los que hay que correr con inteligencia porque, tal y como reconoce Crivillé, si te pasas, el cuadrúpedo se sienta en el suelo, "que es una forma como otra cualquiera de decirte que corra tu tía ".

La prueba, que Crivillé corrió con la misma actitud con la que que había corrido las demás, "para matar el gusanillo de la competición, contactar con la naturaleza y darle vidilla a Kola, mi caballo árabe", volvió a ser un punto de encuentro de cuidadores de caballos propiedad de jeques de Qatar, Dubai, Abú Dabi o Arabia Saudí.

RICOS PROPIETARIOS Esos ricos propietarios tienen distribuidos por buena parte de Europa a decenas de sus caballos más valiosos. El objetivo es que los cuiden, los entrenen y los hagan correr para saber cuál de ellos será capaz de darle el triunfo a su propietario en las citas más importantes del calendario internacional, como el mundial de campo a través que, en septiembre, se celebra en Malasia. La prueba del sábado fue la forma ideal de conocer el estado de los caballos, que pasan, incluso a lo largo de la carrera, numerosos controles veterinarios. "No solo controles antidopaje, no, sino también --explicó Crivillé-- "verificaciones médicas para ver si el caballo sufre alguna lesión, cojea o no, para medir sus pulsaciones o saber si el caballo está bien hidratado. Es muy fácil que los veterinarios te impidan seguir la carrera si ven que hay riesgo de que al corcel le ocurra algo", puntualizó el bicampeón mundial de motociclismo.