Cuando Pau Gasol acudió hace un mes a recoger un premio en Los Angeles acompañado de la mujer con la que comparte su vida desde hace meses probablemente sabía el revuelo que iba a causar. Era la primera vez que ambos aparecían juntos en público desde que se empezó a hablar del romance entre el jugador español de baloncesto más internacional y de Silvia López, la joven exanimadora del Barça.

Lo que quizá no se imaginó entonces el ala pívot de Sant Boi es que a partir de ese momento iba a convertirse en el centro de las miradas de los paparazis de la prensa del corazón, ávidos de captar nuevas imágenes de la feliz pareja. Lo cierto es que no fue hasta este miércoles cuando el jugador sintió que un par de personas le estaban persiguiendo a la salida de su casa.

ARMADOS CON CAMARAS Cuando el coche se puso a tiro y vio que no saltaban los flases le pareció muy extraño y por eso llamó de inmediato a un amigo. Siguiendo sus consejos y temiendo que pudiera tratarse de otro caso de intento de acoso en las filas del equipo de Los Angeles Lakers, se dirigió directamente a la comisaría de policía más cercana para denunciar los hechos y dar una descripción detallada del vehículo.

A los agentes no les llevó mucho tiempo localizar el coche porque en realidad no se había dado a la fuga. Estaba aparcado a poca distancia de la comisaría con dos personas en su interior. Después de que la policía hiciera las primeras comprobaciones, resultó que no eran delincuentes peligrosos, sino dos paparazis españoles armados con sus cámaras. "Lo que buscaban no era una foto suya solo. Querían fotografías del jugador con su novia", según reveló ayer al periódico Los Angeles Times el sargento Phil Keenan, del departamento de policía de Redondo Beach, una pequeña localidad bañada por el Pacífico a media hora de Los Angeles donde viven desde hace unos meses Gasol y Silvia. Después de identificarse y de responder las preguntas de rigor de la policía, los dos fotógrafos, que trabajan para una agencia española que no identificaron, pudieron marcharse a casa. "Quizá pensó que podíamos ser unos secuestradores", dijo uno de ellos citado por el Daily News de Los Angeles.

Los dos paparazi se han librado del calvario que sufrió en 1996 Carlos Hugo Arriazu, otro fotógrafo que tuvo que pasar dos meses y medio en una cárcel de Nueva York después de que un juez le condenara por pinchar el teléfono de la casa de Gigi Howard, entonces una amiga del príncipe Felipe.