Cuando uno entra en política paga un precio. Tiene que prepararse, por ejemplo, para el constante escrutinio público y para convertirse en diana de humoristas. En EEUU, la mofa de los representantes elegidos es casi una tradición, y el ritual se confirma en la actual disponibilidad de numerosos juguetes y objetos en los que se combina critica y humor y que no dejan libre a ninguno de los políticos, sin importar la raza, el género o la orientación sexual.

El regalo estrella de esta temporada navideña, a punto de entrar en el año de elecciones presidenciales, ha sido el cascanueces Hillary, que se vende por 14 euros en webs como stupid.com y que convierte los muslos de la exprimera dama --vestida con pantalón azul-- en hábil y potente arma para vencer a las más resistentes cáscaras de frutos secos.

Otro de los productos estrella es I have a dream 2008 , una taza ilustrada con un mapa de EEUU donde los estados son rojos si habitualmente votan republicano o azules si lo hacen demócrata. Al verter dentro líquido caliente, todo el mapa se vuelve azul, un sueño para los votantes demócratas. Hay otras versiones de actualidad de la taza, como una alertando sobre el calentamiento global, donde el líquido caliente hace que el agua de la ilustración cubra parte de los continentes dibujados, o la que advierte sobre los ataques a las libertades civiles, en la que el café o el té borran parte de la Declaración de derechos de EEUU.

BUSH, LA ESTRELLA La nueva remesa de regalos políticos y la atención que prestan a figuras en ascenso como Hillary Clinton ha estado impulsada por el éxito de ventas de productos sarcásticos basados en el presidente estadounidense, George Bush. Lo explica Scott Brush, regente de una papelería en el Lower East Side, Hudson Street Papers, presidida por un reloj calendario que lleva la cuenta atrás de los días que quedan para que Bush deje la Casa Blanca.

"Llevo trabajando en esto 20 años y nunca he visto a un líder que haga vender tanto como él" --asegura--. "No ha habido otra figura que haya polarizado a la gente como él y que haya hecho que a los ciudadanos les importe tanto la política". Brush cuenta que entre los compradores de regalos políticos se cuenta "todo tipo de gente y de todos sitios": neoyorquinos, muchos europeos "y hasta tejanos". También explica que, pese al interés de los clientes por el material político, muchos no quieren llevar a casa ni los condones Bush que vende por menos de cinco euros, ni las barajas de cartas, ni los llaveros que también llevan la cuenta atrás ni las camisetas. "Dicen que no podrían mirarlo todos los días", asegura.

Lo que Brush ha decidido no vender es un muñeco que presenta a Larry Craig, el senador de Idaho que tuvo que dimitir tras verse envuelto en un escándalo por aproximarse a un policía en un baño con supuestas intenciones sexuales. El muñeco lleva una camiseta donde se lee "No soy gay", frase con la que se intentó defender el senador y que también se puede escuchar apretando el juguete. "Es un muñeco con vida corta porque aquel escándalo ya no es noticia", razona.

Con las primarias a la vuelta de la esquina, Brush también hace sus previsiones de qué posibles candidatos serán mejores para el negocio. "Sin duda, Hillary, porque también polariza, y porque este país está más preparado para hacer bromas con una mujer que con un candidato negro como Barack Obama".