Es el hotel de las estrellas. El mismo lugar donde Jennifer Aniston y Vince Vaughn escondieron su amor de los paparazis, como mucho antes lo hicieron también Clark Gable y Carole Lombard; Spencer Tracy y Katharine Hepburn, y también Marilyn Monroe e Yves Montand.

Las celebridades siempre han ocupado bungaló en el Pink Palace (palacio rosa), como se conoce al hotel más famoso de Los Angeles, que abrió en 1912. Charlie Chaplin, Gloria Swanson, Buster Keaton y Harold Lloyd transformaron el hotel en un santuario de glamur. Durante la Depresión sobrevivió al primer cierre, conociendo su edad de oro en los 40. La imagen actual del edificio, pintado de rosa y verde, data de 1948, seis años antes de que un magnate, Ben Silberstein, lo comprara por 3,8 millones de euros. Por entonces, Rainiero de Mónaco y Alberto de Bélgica compartían espacio con John Wayne y Henry Fonda. Gregory Peck y Lauren Bacall rodaron Mi desconfiada esposa en la misma piscina donde Raquel Welch fue descubierta en 1960, y John Lennon se bañó con Yoko Ono en los 70. Su actual dueño, el sultán de Brunei, pagó 132 millones de euros en 1987 e invirtió tres años y 72 millones de euros en un lifting que le devolvió el esplendor.