El culo, esa parte de la anatomía humana que produce sensaciones y reacciones dispares --pudor, humor, erotismo...--, ha despertado la curiosidad de numerosos artistas a lo largo del siglo XX, pero apenas ha merecido la atención de galeristas. Sin embargo, no hay duda de que la originalidad está asegurada si se ofrece al público una muestra de cómo extraordinarios fotógrafos han puesto su genio al servicio de las posaderas.

Culos hermosos y rotundos, elitistas y populares, captados en sesiones de posado o por sorpresa por 67 fotógrafos componen la exposición de la Fundación Canal, de Madrid, que permanecerá abierta hasta el 6 de enero próximo. Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Robert Mapplethorpe, Josep Renau, Joan Colom, Ramon Massat, Carlos Pérez Siquier, Cristina García Rodero, Ciuco Gutiérrez y Julio Alvarez Yagüe son algunos de los artistas elegidos por José María Díaz-Maroto, comisario de la muestra que lleva el título de Ocultos .

La idea de la exposición se le ocurrió a la directora de la fundación, Eva Tormo, y al director de exposiciones, Cristian Ruiz, cuando viajaban en el metro de Londres. Intentaban fotografiar a una pareja de japoneses pero una marea de culos de viajeros les entorpecía el encuadre. Y ahí saltó la chispa. "Viendo estos culos caigo en la cuenta de que esta es probablemente la única parte de nuestro cuerpo que no conseguimos mirar, y sin embargo, es observada por los demás una y otra vez, objeto de culto, de deseo, de admiración", explica Tormo.

BELLEZA Y HUMOR El resultado es una muestra cuya finalidad es "un cúmulo de razonadas intenciones donde cabe la belleza, la provocación, el humor, la ironía, la dulzura, la historia, la estética, el erotismo... y hasta la investigación creativa", escribe Díaz-Maroto en el catálogo de la original muestra.

Diferentes texturas, formatos, abstracciones y fotomontajes muestran a esa parte del cuerpo del hombre y de la mujer desde el punto de vista de diferentes artistas. Están las imágenes superestéticas de Mapplethorpe; el estudio minucioso de la anatomía de Rafael Navarro; el erotismo y la sensualidad de Ralph Gibson, Lucien Clergue e Isabel Muñoz; los clásicos de Carlos Serrano ante los que dudamos si son auténticos o de mármol; el fotoperiodismo de Capa y Massat, y los clásicos como los de Francesc Català-Roca y Colom. Estas 67 imágenes son la demostración empírica de que cuando nos vemos de frente la mirada se posa indiscutiblemente en nuestros rostros; pero cuando nos damos la espalda no hay manera de evitar que los ojos se vayan a las posaderas. Además, el montaje está pensado para acentuar el espíritu voyeur del espectador que quiere compartir la curiosidad con el objetivo de la cámara del fotógrafo. La sala está concebida como aquellos míticos gabinetes privados donde se ocultaron las grandes obras. Las paredes están enteladas en un rojo intenso y unas puertas con mirillas invitan al visitante a dar rienda suelta a su curiosidad.