Si hasta los franceses empiezan a olvidarse de las propuestas electorales que llevaron a Nicolas Sarkozy al Elíseo, para el resto del mundo este es, básicamente, el dirigente que vive un idilio en Egipto con la cantante y exmodelo Carla Bruni.

Parece que a la pareja, sin embargo, le resbalan bastante las críticas que suscita esta luna de miel patrocinada por un magnate de la comunicación. Lógico. Cuando su pasión egipcia alcanzó ayer el Valle de las Reinas, en Luxor, pocos le echaron en cara al presidente que hubiese volado a Egipto en el avión privado de Vincent Bolloré, dueño del grupo Havas. Los turistas corearon los nombres de Sarkozy y Bruni a su llegada a la necrópolis de las reinas. Nadie les recriminó tampoco que hayan convertido lo que se anunció como "una visita privada" en un remedo de los reportajes que Borja Thyssen y Blanca Cuesta venden cansinamente al ¡Hola!

Los arrumacos que intercambiaron ante las cámaras dieron a entender que habían compartido una buena noche de descanso a orillas del Nilo. Pero mientras caminaban bajo el sol de Egipto, recibían un chaparrón en Francia. Le Monde abrió el fuego criticando en su editorial "la fascinación del presidente por las lentejuelas y la jet set ". Según el diario, las amorosas estampas del presidente forman parte de un "plan berlusconiano para seducir al electorado popular".

ATAQUE DE LA OPOSICION La oposición tampoco desaprovechó la oportunidad de apretarle las tuercas. "¿Cuál es la contrapartida que Bolloré, un astuto hombre de negocios, tiene derecho a esperar? Esta mezcla de intereses privados y públicos daña la imparcialidad del Estado. Sarkozy lleva adelante la política de los millonarios: ellos están en el poder y lo vemos todos los días", denunció el diputado socialista Arnaud de Montebourg.

Sarkozy sigue con estas vacaciones una rutina que inició con el viaje a EEUU en verano, cuando los gastos fueron pagados por "empresarios amigos".