Francia entera lloró ayer la desaparición del modisto que ha simbolizado la alta costura en la segunda mitad del siglo XX. Fallecido el domingo a los 71 años como consecuencia de un cáncer cerebral, Yves Saint Laurent será despedido el viernes en la iglesia de Saint-Roch de París. Sus cenizas se esparcirán en la gran finca que poseía en Marraquech.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su esposa, Carla Bruni, que había desfilado para el modisto, asistirán al funeral junto a la flor y nata del universo del lujo. Todos rindieron ayer homenaje al maestro que revolucionó los códigos de la moda introduciendo el traje masculino en el guardarropa de la mujer. Sarkozy recordó que Saint Laurent fue "el primero en elevar la alta costura al rango de arte", mientras que Bruni lamentó la muerte de un "artista sublime, de excepción".

Su amor por las mujeres y su papel como embajador de Francia en el mundo fueron subrayados ayer por políticos y empresarios de la moda. Jean Paul Gaultier expresó su pesar por la muerte del que considera "un modelo por su creatividad, su rigor parisino y su propia elegancia personal". Para François Pinault, patrón de la marca YSL, se ha ido el modisto que "lo inventó todo" al servicio de su gran pasión por "liberar la belleza y el misterio" de la mujer. Fue el creador de la línea trapecio, de la sahariana como pieza básica y también de los trajes de noche de inspiración étnica. Solo lamentó no haber sido "el inventor del tejano".

"Si Coco Chanel dio libertad a las mujeres, Saint Laurent les dio el poder", resumió su socio y compañero, Pierre Bergé. Tras abandonar la pasarela en el 2002 con un desfile en el Centro Pompidou acompañado por su musa, Catherine Deneuve, el creador abrió en el 2004 su fundación en la antigua sede de su taller de la avenida Marceau.

Tras sus grandes gafas de pasta se escondía un tímido patológico, de personalidad torturada, que se definía como un "artesano, fabricante de felicidad". Saint Laurent hizo de la elegancia el eje de su trabajo durante toda su vida. "Las mujeres que siguen demasiado la moda corren un gran peligro. El de perder su naturaleza profunda, su elegancia natural", prevenía el hombre que osó vestir a la mujer con esmoquin.