Rudolf Nureyev (1938-1993) envidiaba la figura alta y filiforme de su compañero de profesión Erik Bruhn, con quien mantuvo una relación sentimental. Para disimular las zonas de su cuerpo que más le acomplejaban, el bailarín y coreógrafo convirtió sus trajes escénicos en sus mejores aliados. Y empezó a recortarlos y ajustarlos a su silueta, creando una nueva moda que modificó el vestuario del ballet.

El Centro Nacional del Traje Escénico de Francia (CNCS), en Moulins, inauguró el pasado sábado la muestra Nureyev: la trame d´une vie (Nureyev: La trama de una vida ), que durará hasta el próximo 9 de noviembre. En ella conviven las fotos y los trajes míticos del bailarín ruso. Destaca el majestuoso vestido que imita un plumaje con reflejos azules y verdes lucido en su interpretación de Rothbart en El lago de los cisnes. También están expuestos cuerpos que llevó en los ballets de Romeo y Julieta, Raymonda y La bella durmiente.

Las fotos muestran a Nureyev en sus coreografías más emblemáticas. Se exhibe, por ejemplo, su conocido retrato con la mirada fija realizado durante su actuación en Le Corsaire, y la imagen del movimiento grácil que ejecutó en Apollon Musagète (en la imagen de arriba). Martine Kahane, directora del CNCS, explicó: "El traje era para él como una armadura, lo llevaba lo más cerca posible del cuerpo, para poner en relieve sus movimientos. Nunca hacía trampa".