Esta historia podría titularse cómo ser mujer, candidata a la Casa Blanca y no morir en el intento. Y es que las serias posibilidades de Hillary Clinton de convertirse en la primera mujer presidenta de EEUU han colocado a la senadora y exprimera dama en el centro de numerosas discusiones sobre género, poder, feminidad, feminismo y machismo, debates que se han intensificado por un ataque lanzado contra Clinton por Anna Wintour, directora de la edición estadounidense de Vogue .

Para entender el último capítulo de este culebrón hay que remontarse al otoño. Vogue tenía decidido que daría la portada de su número de febrero a Clinton. Las cámaras de Annie Leibovitz estaban listas para una sesión de fotos. Pero, en el último momento, desde la oficina de campaña de la candidata demócrata se canceló la sesión con el argumento, según Wintour, de que Clinton temía aparecer "demasiado femenina".

"ESTO NO ES ARABIA SAUDI" "Imaginen mi sorpresa", escribe la directora de la revista en el número de febrero. "La noción de que una mujer contemporánea debe tener un aspecto masculino para ser tomada en serio en su búsqueda de poder provoca consternación. ¿Cómo ha llegado a esto nuestra cultura? ... Esto es América, no Arabia Saudí. Y estamos en el 2008".

La cancelación de la sesión de fotos con Vogue ocurrió mucho antes de que a Hillary Clinton se le empañaran los ojos en un acto electoral, unas lágrimas que se convirtieron en objeto de análisis. Muchos analistas --sobre todo conservadores-- consideraron el momento como impostado. Muchos otros consideraron que la candidata, generalmente retratada como una mujer fría y ambiciosa, había mostrado un lado humano que le ayudó a ganar en Nuevo Hampshire.

No son las primeras ocasiones en que aspectos de la feminidad de Hillary Clinton son cuestionados. El verano pasado, The Washington Post publicó un amplio artículo centrado en un escote que había lucido en un debate en el Senado. El escote era discreto, pero más generoso que en otras ocasiones. Y el Post llegó a asegurar que "mostrar escote en un escenario que no está relacionado con cocktails y aperitivos es una provocación".

Más recientemente, la polémica la provocó una fotografía de Associated Press, donde las ojeras y arrugas de una Hillary sin maquillar dejaban en evidencia los efectos de una frenética campaña en una mujer de 60 años. No hay imágenes así de los candidatos masculinos. Lo indiscutible para Hillary Clinton es su condición icónica. En 1993 fue la primera primera dama que ocupaba una portada de Vogue .

Otro aspecto que han destacado los analistas es el cambio de indumentaria de la aspirante a candidata. Cuando decidió pasarse a la política activa se despidió de los colores y los complementos que usó en sus años de primera dama. Ahora Hillary siempre usa los tonos oscuros.