A Iker Casillas se le ha acabado la paciencia. El portero del Real Madrid aguantó sin perder los nervios que los paparazis le siguieran a él y a su novia, Sara Carbonero, de vacaciones por San Francisco y Los Angeles, pero no parece dispuesto a que la historia se repita cada vez que sale con la reportera de Tele 5. Iker y Sara fueron a cenar a un restaurante de Boadilla del Monte cuando el guardameta regresó de México, donde La Roja disputó un partido amistoso con la selección azteca. Los periodistas siguieron a la pareja hasta el local y, al percatarse, el guardameta merengue les pidió que los dejaran tranquilos. Pero sus deseos fueron en vano, ya que los fotógrafos siguieron disparando sus cámaras.