El lunes se abrió por primera vez una temporada taurina de categoría en EEUU gracias a Don Bull, alias del empresario mexicano Pedro Haces Barba, que ha introducido los toros en la capital del juego. Eso sí, las corridas son sin sangre ya que las leyes norteamericanas no permiten espectáculos donde se mate a un animal. "El torero es un artista, no es un asesino, pero seamos realistas, solo a una porción muy pequeña de la población mundial le gusta la sangre", dice Don Bull. Se esperaba un lleno absoluto en el complejo ecuestre del Hotel South Point, con capacidad para 4.400 personas y a unos 15 minutos en coche de la calle principal de Las Vegas, pero lo cierto es que en el recinto apenas se agolparon medio millar de espectadores para ver en acción a Julio Benítez, uno de los hijos oficiales de El Cordobés (también usa su alias), Zotoluco y Alfredo Ríos El Conde . Los toros se hicieron de rogar y saltaron al ruedo con una hora de retraso. No faltó el sonido de clarín, aunque llegara después de escuchar los himnos de EEUU, México y España. "No habrá lleno", predijo Haces antes de que diera comienzo el acto. "Pero esto irá de menos a más, ¡el mundo no se hizo en siete días! Y cuando la gente vea que esto es serio, tendrá que reservar con antelación para comprar las entradas", aseguró este promotor que sembró polémica en Cataluña al asegurar que las corridas incruentas eran el futuro del toreo en esa autonomía.