Es el primer retrato íntimo de Karl Lagerfeld frente a las cámaras, la primera vez que el gurú de Chanel habla en público sobre su homosexualidad. "Se lo dije a mis padres a los 13 años y no fue ningún problema. Cuando un profesor me preguntó si había leído Muerte en Venecia le respondí: ´¿Crees que soy tan patético?´", cuenta el modisto germano en Lagerfeld Confidential, documental recién estrenado en Nueva York tras pasar por el Festival de Berlín. "Fui sexualmente activo desde muy joven. Ha habido algunas tragedias en mi vida, pero no te voy a dar nombres", advierte el diseñador.

El director francés Rodolphe Marconi prácticamente vivió con el provocador diseñador durante dos años, filmando 350 horas que ha convertido en 90 minutos de cinta donde Lagerfeld muestra su sarcasmo e ironía, tan borde y seguro de sí mismo como se espera de un hombre que, escondido tras sus gafas negras, resucitó el cadáver de Chanel hace ya 25 años.

IMPACIENTE El estilista explica que jamás podría coser un vestido porque no tiene paciencia, que muchos de sus desfiles y creaciones los ha soñado y que no quiere ser real en la mente de la gente. "Quiero ser una aparición". Tampoco cuenta cómo se convirtió en el emperador de la moda, pero declara: "La moda es injusta, efímera y peligrosa; quien quiera justicia que se dedique a obras sociales".

Lagerfeld, que fotografía y adula a Nicole Kidman en un estudio y a un modelo en su villa de Biarritz, deja que el director se cuele en su lujoso apartamento de París --la película empieza en un dormitorio repleto de libros e iPods--, en su jet privado y en Montecarlo, donde almuerza con Carolina de Mónaco. El diseñador le dedica unas palabras a su madre: "Convertía a todo el mundo en su esclavo. Yo agradecía su frialdad porque no hubiera soportado lo contrario; tuve una infancia muy feliz", comenta. Y se describe como "un pequeño Shirley Temple, insoportable y mimado".

El couturier repite lo que detesta y adora. Detesta el psicoanálisis, la nostalgia, a los homosexuales que reivindican el matrimonio burgués y a la gente que no sabe estar sola. Adora la lectura, la fotografía, los cambios y el Típex en sus bocetos.

"Lagerfeld me fascina desde que era niño. Me sorprendió descubrir a alguien tan humano. Pensé que todo podía acabar en cualquier momento, pero me dejó total libertad para trabajar", comenta Marconi. . "No me preocupa el perdón. Poner la otra mejilla no es lo mío", concluye el diseñador en el filme.