Ron Galella está considerado como el padrino de todos los paparazis, un pionero del lucrativo negocio del buscador de famosos. Su técnica, tal como la describió Andy Warhol, consiste en "captar a alguien famoso haciendo algo infame, estar en el lugar adecuado en el momento inoportuno". Y así ha logrado retratar a cientos de personajes, desde Jacqueline Onassis hasta Madonna, pasando por Marlon Brando, Elizabeth Taylor y Mick Jagger. Todos ellos aparecen tratando de escapar de su certero objetivo en el nuevo libro de Galella, No pictures, que próximamente será publicado en España. Sin embargo, Galella no ha salido indemne de sus encontronazos con los famosos a los que ha perseguido. Por eso, en una de sus fotografías más conocidas, y que evidentemente no tomó él, se le puede ver detrás de Marlon Brando protegiéndose con un casco de rugbi. Un año antes, en 1973, el actor le había roto cinco dientes de un puñetazo cuando este le persiguió para fotografiarlo por las calles de Chinatown, en Nueva York. Los guardaespaldas de Elizabeth Taylor y Richard Burton también la tomaron con su dentadura y le dejaron sin una muela cuando le descubrieron escondido en una cueva de Cuernavaca, en México.

También Sean Penn le ha escupido y golpeado, los amigos de Brigitte Bardot le han regado con una manguera en Saint Tropez, Greta Garbo le ha regañado y el propietario de la discoteca Studio 54 de Nueva York le prohibió más de una vez la entrada al local. Pero el enfrentamiento más importante lo tuvo con Jacqueline Onassis. Galella la fotografió muchas veces, en fiestas, con sus hijos y a las puertas de su casa. Ella le llevó a los tribunales y logró una orden de alejamiento. Galella jugó con dos bazas: el intrusismo y la complicidad, y por eso su relación con los retratados es de amor-odio. Es el caso de Al Pacino, al que pilló frente al Hotel Regency de Nueva York cuando esperaba a Priscilla y Lisa Marie Presley. Pacino le dijo: "No, Ron". Pero ya era tarde, porque su método era disparar antes de que protestaran.