Del Bienvenido Mister Marshall que se ha montado durante los cuatro días que Michelle Obama y su hija pequeña, Sasha, han paseado por Andalucía se pasó a la más absoluta indiferencia de Palma de Mallorca. Frente a las puertas del Palacio de Marivent, centro neurálgico de la visita de las dos mujeres del presidente Barak Obama, solo se pudo ver a la policía y a los periodistas; ni un solo curioso, ni un lugareño asomado al balcón. Solo una pequeña pancarta colocada en un bar de la zona con la frase : Welcome Michelle (Bienvenida Michelle), daba cuenta de la importante visita a la isla balear.

Es posible que el carácter sosegado de los isleños haya tenido algo que ver. Aquí están más que acostumbrados a la llegada de personajes que suelen aparecer en las páginas de los diarios o en las revistas del corazón. La familia real, por ejemplo, forma parte del paisaje habitual y nadie se inmuta si se cruza con la Reina, las infantas Elena y Cristina o la princesa Letizia en las tiendas del centro histórico de Palma.

ADMIRADAS VISITANTES Será cosa del carácter, pero en Andalucía, las Obama no han podido dar un paso sin llevar detrás un ejército de curiosos, lo que ha convertido un baño en la playa de la pequeña Sasha en un espectáculo. Y eso que la zona playera estaba cerrada en exclusiva para las mujeres americanas. Visto lo visto, no fue de extrañar que la primera dama decidiera aliviar sus calores bajo un toldo antes que bañarse en una playa atestada de público que, cámara en mano, intentaban fotografiar a sus admiradas visitantes.

"Michelle, Michelle", ha sido el grito más repetido en Marbella, Granada y Ronda estos cuatro días que la primera dama a pasado en Andalucía. Ella, encantadora y con "mucho salero", como dicen en aquellas tierras, no ha tenido ni un mal gesto ante el agobiante acoso popular. Al contrario, siempre ha saludado y respondido con una sonrisa.

Pero como todo exceso agota, para Michelle y su hija Sasha debió ser toda una liberación llegar a Mallorca y comprobar que solo las esperaban el embajador de España en Estados Unidos, Jorge Dezcállar, que se casó el pasado jueves en la localidad mallorquina de Esporles, y el embajador de EEUU en España, Alan D. Solomont. En el aeropuerto, también había reporteros gráficos que se las vieron y desearon para captar las imágenes de la llegada. Pero nada más.

Y mientras las dos damas del presidente Obama comían con la familia real, en Palma la vida ha seguido como un domingo cualquiera, todos a la playa para aliviarse del sofocante calor.