El actor estadounidense Gary Coleman, exestrella infantil gracias a la serie Arnold, ha muerto hoy a los 42 años, días después de sufrir una hemorragia cerebral, han informado portavoces del hospital donde ha fallecido.

Coleman había ingresado en el centro médico Utah Valley Regional, en la localidad de Provo (Utah), donde entró en coma y se le conectó a un equipo de respiración artificial asistida para mantenerle con vida.

"El señor Coleman sufrió una hemorragia intracraneal en su residencia de Utah en la tarde del día 26. A mediodía del día 27 estaba consciente y lúcido, pero por la tarde perdió la consciencia y su situación empeoró", ha explicado la portavoz del hospital, Janet Frank, en un comunicado.

Miembros de la familia del pequeño actor --medía 1,42 metros-- y los amigos más cercanos estuvieron a su lado en el momento de su muerte, ha añadido Frank.

DOS TRASPLANTES ANTES DE LOS 14 AÑOS

Coleman había sido ingresado en enero con síntomas de haber sufrido otro ataque cerebral. Según medios estadounidenses, el actor nació con problemas en los riñones y se sometió a dos trasplantes antes de cumplir los 14 años.

Durante una época de su vida llegó a someterse a diálisis cuatro veces al día para sobrevivir, pero el centro médico no ha confirmado que esto haya tenido que ver con su muerte.

DETENIDO POR VIOLENCIA DOMÉSTICA

El actor no pasaba por una buena racha. En enero fue también detenido en Utah por no comparecer ante el juez en un antiguo caso de violencia doméstica ocurrido en el 2009, aunque salió de prisión tras pagar una fianza de 1.725 dólares (1.404 euros).

Días antes una demanda civil contra el actor fue desestimada.

La misma se refería al caso de un hombre que acusó a Coleman y a su esposa de golpearle con su vehículo tras una disputa en el aparcamiento de una bolera, pero ambas partes llegaron a un acuerdo extrajudicial.

El actor saltó a la fama de pequeño al encarnar a Arnold Jackson, un niño negro adoptado junto con su hermano Willis por una familia caucásica, en una serie que se emitió entre 1978 y 1986. Desde entonces, Coleman realizó numerosos papeles de poca repercusión en la pequeña y la gran pantalla.

El intérprete tuvo varios problemas con la justicia y llegó a sentarse en el banquillo de los acusados por una agresión a una conductora de autobús que le pidió un autógrafo.