Nueva York y John Lennon seguían el mismo ritmo: imparables 24 horas al día. Ni el empeño de los servicios de inmigración pudo arrancar al beatle de sus elegidas raíces. Solo una pistola fue capaz, el 8 de diciembre de 1980, de frenarle. Y ahora, su viuda, Yoko Ono, ha colaborado con Annex, la sede neyorquina del Rock & Roll Hall of Fame, para resucitar esos años en la ciudad que llegó a llamar "el centro de la tierra". La pequeña muestra exhibe objetos como la camiseta de la ciudad que le regaló Bob Gruben y con que le retrató para la promoción de Walls and bridges , el piano Steinway que tenía en su apartamento donde compuso varias piezas, y dibujos como su autorretrato como Estatua de la Libertad con el saludo del black power en vez de la antorcha. También se puede ver la bolsa que el Hospital Roosevelt devolvió a Ono con las pertenencias de su esposo. La viuda sabe que puede ser criticada por mostrarla, pero cree que "era muy importante para que la gente entienda hoy qué es la violencia".

Un póster con la foto de las gafas ensangrentadas de Lennon explica, con cifras, su tesis: desde su asesinato, más de 932.000 personas han muerto por armas en Estados Unidos.