Lo que El largo y cálido verano unió, los oropeles, las fiestas y las relajadas costumbres de Hollywood no lograron separar. Paul Newman y Joanne Woodward cumplen hoy sus bodas de oro, 50 años en los que se han convertido en el vivo ejemplo de la fidelidad y la normalidad de dos estrellas cinematográficas. Un largo y cálido matrimonio de dos actores de una pieza. El, el de los ojos azules insondables; ella, la de la serena belleza.

Ya se habían conocido en el Actor´s Studio, pero fue en el rodaje del drama sureño El largo y cálido verano de Martin Ritt --en el que también actuaba un enorme Orson Welles-- cuando Woodward y Newman decidieron ponerse el mundo por montera. El se divorció de su primera mujer, Jackie Witte, con la que tenía tres hijos. Ella rompió una relación con el escritor Gore Vidal. El 28 de enero de 1958, los dos se casaban en Las Vegas.

ACTRIZ FAMOSA Un nuevo matrimonio entre estrellas, candidato de entrada a ser pasto de cotilleos. Woodward, cinco años menor que su marido, era más conocida que Newman entonces. El mismo año de su matrimonio, la actriz ganaría el Oscar a la mejor actriz por Las tres caras de Eva . En esa ceremonia, Woodward ya envió el mensaje a quien quiso entenderlo de que esta mujer hija de actriz y que considera que Laurence Oliver es el mejor actor de la historia no era una estrella más. Recogió la estatuilla con un vestido hecho a mano valorado en apenas 100 dólares de la época. En 1960, fue la primera actriz honrada con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Para Newman, El largo y cálido verano marcó el inicio simbólico de una carrera en la que ya había un puñado de películas apreciables y apreciadas, sobre todo por la crítica. En 1959, se consagraría junto a Elizabeth Taylor en otro drama de pasiones reprimidas, La gata sobre el tejado de zinc , dando paso a una carrera trufada de títulos memorables y populares, como El buscavidas , Dos hombres y un destino, El golpe y El color del dinero, con el que en 1986 la Academia tuvo a bien premiarlo, por fin, con el Oscar.

A lo largo de los años, Woodward, como tantas otras grandes actrices, se fue alejando del cine para centrarse en teatro y televisión. Newman encontró la sabiduría de saber elegir sus proyectos, a medida que las canas y las arrugas tan solo contribuían a dar más profundidad y sabiduría a sus ojos azules. El actor pasó al otro lado de la cámara, y dirigió a su mujer en películas como Rachel, Rachel (1968) y El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas (1972). Juntos superaron la muerte por sobredosis de Scott, único hijo varón de Newman de su primer matrimonio, y actuaron juntos en Esperando a Mr. Bridge (1990), lo que valió a ella otra candidatura a los Oscar.

¿Y la vida privada tras esta apabullante filmografía? No hay nada a destacar excepto el hecho de que no hay nada a destacar. Ni siquiera la afición al automovilismo de Newman, que a Woodward no le gustaba, hizo que la prensa consiguiera abrir una brecha en una pareja que, a golpe de amor, estabilidad y años, ha acabado resultando ciertamente aburrida para los amantes de los cotilleos, los escándalos y las infidelidades envueltas en glamur.

Cuentan que Woodward le dijo a Melanie Griffith que su objetivo era casarse con una estrella del cine, tener hijos (tiene tres) y ganar un Oscar. Si además eres una gran actriz y tu marido es Newman, no hay motivo para la queja.