Como en el celuloide, Katharine Hepburn fue en el teatro elegante, fiera, cómica, trágica, magistral. Pero la actriz que pisó las tablas tuvo matices diferentes a la de la pantalla grande, incluyendo más inseguridades e incluso alguna implicación pública en cuestiones políticas, un terreno en el que no se solía inmiscuir la gran dama de Hollywood.

Los detalles de la Katharine Hepburn teatral han salido a la luz gracias a la donación de una importante colección de materiales a la Biblioteca Pública de Nueva York por parte de sus herederos, que ya entregaron anteriormente otros documentos relacionados con el cine a la Academia de Hollywood.

Pero aún quedan unos meses para que cualquiera armado con unos guantes pueda pasar en el Lincoln Center horas recorriendo los diarios, guiones anotados, álbumes de recortes y fotografías que Katharine Hepburn guardó con el mimo de quien era consciente de su importancia en la historia de la interpretación, y los conservadores calculan que hasta febrero no terminarán de catalogar las 22 cajas de materiales recibidos.

CARTAS Y FOTOS Los archivos incluyen cartas de admiración de Laurence Olivier, Charlton Heston, Henry Fonda y Judy Garland. Hay también una carpeta con las iniciales S. T., que se cree responden a su eterno amor, Spencer Tracy. Está el guión anotado de Coco, la obra con la que debutó en un musical teatral y que supuso uno de sus mayores retos.

Varias entradas en sus diarios confirman su difícil relación con el teatro. Fue despedida de su primera obra, tuvo varias críticas negativas, tomó numerosas clases para entrenar su voz, su cadencia, su entonación... y, ante todo, nunca perdió su determinación. "La gente está siempre lista para enterrarte --escribió entre 1950 y 1951-- y lo único que te mantiene fuera de tu tumba es tu propia determinación de quedarte fuera".