Más que circo, lo que está sucediendo con el caso Paris Hilton es un pandemónium. Ayer, en el último giro de una tormenta judicial y mediática, el juez obligó a la heredera a volver a la cárcel, de donde salió el día antes por decisión del sheriff que, alegando razones médicas, le había permitido cumplir en arresto domiciliario el resto de su condena por conducir ebria.

El magistrado, Michael Sauer, impuso a Hilton el cumplimiento de la sentencia íntegra --45 días-- rechazando la posible reducción a 23 días por buen comportamiento. Hilton, inestable y casi histérica, según las informaciones de los presentes, lloró y gritó "¡mamá!" y "¡no es justo!", y fue trasladada al Centro de Detención Regional Century de Lynwood.